Page 51 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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alejar del mundo divino a la Noche, la oscuridad y el con
flicto. Crea un reino en el que, si bien los dioses discuten
entre sí, sus enfrentamientos no pueden desembocar en
un conflicto abierto. Ha expulsado la guerra del territorio
divino y la ha enviado a los hombres. Todas las fuerzas
malignas que Zeus ha expulsado del mundo olímpico
constituirán el tejido cotidiano de la existencia humana.
Ha pedido a Poseidón que construya una triple muralla
de bronce para que la puerta del Tártaro permanezca ce
rrada y la Noche y las fuerzas del mal ya no puedan subir
al cielo. Siguen existiendo, sin duda, en el mundo, pero
Zeus ha tomado sus precauciones.
Si surge entre los dioses una disputa susceptible de
complicarse, ya les tenemos a todos inmediatamente invi
tados a un suculento festín. También está convocada Ésti
ge, que se presenta con un aguamanil de oro que contiene
agua del río de los Infiernos. Las dos potencias divinas en
frentadas toman este aguamanil, vierten agua en el suelo,
hacen una libación, beben a su vez y juran solemnemente
que no son responsables de la disputa y que su causa es
justa. Como es evidente, una de las dos miente. Ésta, en
cuanto ha tragado el agua divina, cae en coma, en una espe
cie de letargo total. Se encuentra en un estado parecido al
de los dioses que han sido vencidos. Al igual que Tifón o
los Titanes, pierde el aliento, el ardor y la vitalidad. No ha
muerto, ya que los dioses son inmortales, pero ha perdido
todos los atributos de su carácter divino; ya no puede mo
verse ni ejercer su poder, está fuera de juego. Se encuentra,
en cierta manera, más allá del cosmos, sumida en un letar
go que la aparta de la existencia divina. Permanece en ese
estado durante un tiempo muy largo, que los griegos de
nominan un «gran año». Cuando despierta de su coma,
no siempre recupera inmediatamente el derecho de parti
cipar en el banquete ni de beber el néctar y la ambrosía.
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