Page 186 - Guerra de las Galias [Colección Gredos Bilingüe] I-II-III
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ticiis populi Romani iniuriam inferrent. (3) Re nuntiata
        ad  suos,  quae  imperarentur  facere  dixerunt.  (4)  Armo­
        rum  magna  multitudine  de  muro  in  fossam  quae  erat
        ante  oppidum*  iacta,  sic ut prope  summam muri agge-
        risque*  altitudinem  acervi  armorum  adaequarent,  et
        tamen  circiter  parte  tertia,  ut  postea  perspectum  est,
        celata atque  in oppido retenta, portis  patefactis, eo  die
        pace sunt usi.
           XXXIII.      (1)  Sub  vesperum  Caesar  portas  claudi
        militesque  ex oppido* exire iussit, ne quam noctu oppi­
         dani ab militibus iniuriam acciperent. (2) Illi, ante inito,
        ut  intellectum  est,  consilio,  quod,  deditione  facta,  nos­
         tros  praesidia*  deducturos  aut  denique  indiligentius
         servaturos  crediderant,  partim  cum  his  quae  retinue­
         rant  et  celaverant  armis,  partim  scutis*  ex  cortice  fac­
         tis  aut  viminibus  intextis,  quae  subito,  ut  temporis
         exiguitas  postulabat,  pellibus  induxerant,  tertia vigilia*,
         qua  minime arduus  ad  nostras  munitiones  ascensus  vi­
         debatur, omnibus copiis repentino ex oppido eruptionem
         fecerunt.  (3)  Celeriter,  ut  ante  Caesar  imperarat,  igni-


         vio  contra  vasallos  del  pueblo  romano.  (3)  Comunicada  esta  respuesta
         a  los  suyos,  dijeron  que  harían  lo  que  se  les  ordenase.  (4) Arrojada,  pues,
         gran  cantidad  de  armas  desde  el  muro  al  foso  que  había  ante  la  ciudad,
         de  suerte  que  los  montones  de  ellas  casi  llegaban  a  la  altura  del  muro
         y  del  terraplén,  a  pesar  de  haber  ocultado  y  retenido  en  la  ciudad,  como
         después  se  vio,  cerca  de  una  tercera  parte,  abiertas  de  par  en  par  las
         puertas,  tuvieron  paz  aquel  día.
           XXXIII.   (1)  Al  atardecer  mandó  César  cerrar  las  puertas  y  que  los
         soldados  salieran  de  la  ciudad,  para  que  ninguno  pudiera  inferir  durante
         la  noche  algún  ultraje  a  sus  habitantes.  (2)  Pero  éstos,  habiéndolo  con­
         venido  ya  antes  así,  como  luego  se  supo,  pensando  que  los  nuestros,  una
         vez  hecha  la  entrega  retirarían  las  guardias  o  por  lo  menos  no  estarían
         tan  prevenidos,  unos  con  las  armas  que  habían  retenido y  ocultado,  otros
         con  escudos  hechos  de  corteza  de  árbol  o  de  mimbres  entretejidas,  los
         cuales  recubrieron  de  pieles  con  toda  rapidez  según  lo  exigía  la  premura
         del  tiempo,  pasada  la  medianoche,  por  donde  menos  difícil  parecía  la
         subida  hasta  nuestras  defensas,  hicieron  desde  la  ciudad  una  salida  re­
         pentina  con  todas  sus  tropas.  (3)  Habiéndose  hecho  en  seguida  señales  con
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