Page 18 - libro de los detalles plasticos en el arte romanico.Fernando Ezquerra Lapreta
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y Omega: el Dios que crea como inicio del tiempo / el Dios que juzgará al final del
tiempo. El resto de los detalles plásticos sirven para acabar ejemplificando de forma
plástica lo que ocurrió en lo que afirma: Y fue la tarde y la mañana un día.
En la segunda viñeta, la presencia del Hijo de Dios es clara. Mientras con la
mano derecha parece hacer el símbolo de su doble naturaleza (humana – divina), con
la izquierda sostiene un libro cerrado que remite implícitamente al Evangelio según san
Juan: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este
era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo
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que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra
ella. Y, evidentemente, el resto de la plástica continúa fijándose en el relato del
Génesis: Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas
de las aguas…Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día
segundo.
En la tercera viñeta, continúa el Hijo de Dios como creador, con los brazos
extendidos y las manos abiertas en señal de oración. De nuevo, el resto de los detalles
plásticos nos conducen al relato del Génesis: Dijo también Dios: Júntense las aguas
que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó
Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era
bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol
de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue
así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y
árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era
bueno. Y fue la tarde y la mañana el día tercero.
En la cuarta viñeta, mientras el Hijo de Dios realiza el signo trinitario con su
mano derecha, con la izquierda sostiene un libro, ahora ya abierto, que remite a la
idea del Evangelio según san Juan: A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que
está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. La Unidad y la Trinidad de Dios con
un solo gesto. Y también, claro está, el resto de fragmentos plásticos remiten, una vez
más, al relato del Génesis, sobre todo a través del detalle de la presencia del Sol y de
la Luna: Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el
día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por
lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo
Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la