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menudo, Jc asnmdar esta disciplina a una simple labor artesanal consistente en la
copia de textos. Un arte de estas características va mucho más allá de tales límites:
la caligrafía, muy al contrario, lunc1ona como una obra de arte antes de convertirse
•en el mejor de lo!) casos• en un mensaje. Como indica el maestro contemporáneo
Tseng Yu-Ho. ~No es el significado lo que más 1m porta. lo esencial es más bien el
trazado y el movimiento.» Ante todo, la caligrafía sr presenta bajo la forma de una
escritura, legible en algunos momentos, pero en otros, completamente indescifrable.
En este último caso, la lectura no es el resultado de una comprensión alfabética, sino
de la aprehensión de la emoción que se experimenta ante los elementos plásticos. En
efecto, una obra verdaderamente caligráfica nace de la armonía de las proporciones
y de la riqueza de las formas. Si la privamos de estos valiosos elementos, no pasará
de ser una escritura banal o una composición monótona. El interés de caligrafiar la pnmera lmca pn•senln cual ro lt•tras e ue
no proviene uc lo que está escrito sino de la manera de escribirlo. La única relación morfologías tnuy diferenciadas: quebrada.
redonda, puntiaguda y cursiva.
que puede existir entre el imaginano literario y el caligráfico pertenece al ámbito de
La segunda linea mueslra tres versiones de la
lo alusivo: al igual que ésta puede dotar a la escritura de una referencia específica, e con cedill:~, en uso a pan ir del siglo .XII, as•
la literatura puede connotar el lenguaje de una forma u otra. Ex.iste un estilo romo una e I"On u·dilla.
comun entre el calígrafo y el escritor, ya que ambos interpretan el material del que
disponen. 1'(:'1"0 la comparación se detiene ahí, pues el signo caligráfico en ocasiones
no transmill' ningün significado: con:;tituye, en sí mismo, el sentiuo.
GENERALIDADES
En el fondo de cualquier actividad humana. al igual que en las obras de nrte, e..-xisten
milagros ocultos y geometrías serretas. La letra no es una excepción. Algunos
elementos, como la morfología, el ángulo de escritura y el ductus permiten poner en
evidencia y definir tanto la escritura como la caligrafía. A duras penas podríamos
avanzar en el estudio que propone este libro sin antes precisar estas nociones, que
además no siempre han estado muy claras. En efecto, antes de los trabajos del
e::.tudioso francés Jean Mallon, ninguna olra reflexión había definido estos aspectos
de forma rigurosa. EJ reconocimiento que se le debe a este autor es aún mayor
por cuanto paleógrafos y calígrafos, cuya acrividad P':incipal consiste en analizar
o reproducir los trazados, no podrían haber Llevado a cabo su labor sin su valiosa
contribución. Por consiguiente, si nos remitimos a lean Mallon, los elementos
cons1itutivos de la escritura son cinco: la morfología o forma, el ángulo de escritura,
el cluctus, el módulo y el peso de la escritura. A este grupo de elementos añadiremos
otro, al que jean Mallon no hace referencia: el estilo o la «mano». Intentaremos
precisar más adelante lo que se puede entender por este concepto.
La morfología
La morfología es el aspecto exterior de las letras ejecutadas por el calfgrafo.
Es el elemento de la escritura del que proceden y del que derivan todos los uemás.
Podríamos denominar como «morfología esencial» el aspecto exterior de los signos
alfabéticos que permite reconocer la letra significada. Probablemente sería fácil
encontrar, para cada período de la escritura latina, morfologías esenciales casi
invariables, siempre descifrables. No obstante, a lo largo de su evolución, algunos
signos han cambiado de sentido. Tomemos, por ejemplo, el caso ele la e con cedilla
que ant•guamcnte designaba el diptongo ae: a lo largo del Renacimiento la cedilla
experimentó una mutación y se desplazó a la base de la e para representar el sonido
de la s sorda.
NOCIONE~ l'kfliMINJ\RE~