Page 34 - Mediavilla-C-Caligrafia
P. 34
2. La pusición de la pluma ton respecto a la linea ele escritura, es decir, el ángulo
de escriturJ.
:~. La anchura de la escritura o su extcns1ón en el sentido horizontal. Aquí
interviene d elemento modular q11e hemos visto anteriormente .
.¡.. La altura del cuerpo de lelro:t, en t l•ndid<~ como el número de anchos de pluma
contenido~> C'n la altura Je unn r1 minúscula. En efect·n, hay que tener presente
que un mismo in!.trumento puede producir escrituras de peso muy variable si
se aumenta o se disminuye la altura del cuerpo de letra.
Como acabamo~ dt> ver, el peso uc una el>c.ritura comtituye la resultante de cuatro
factores, ele loe, cuales los dos úlumos son los mas importantes, a saber: la relacion
modular y la <tltlua clel cuerpo. Si bien las conclusiones de este breve análisis
parecen dcdncciones de puro sent1do común, por objetividad habria que llevarlas
al contexto de la práct ica cotidiona. Estas observaciones provienen ele la voluntad
tle dt.!limitar de forma precisa aspectos que en una primera aproximación pueden
parecer imponderables. La noción del peso de la escritura favorecerá la labor del
calígrafo en la medida en que éste podrá distribuir con facilidad los grises de su
página.
El estilo
Olrccer una uehlllCtOn stmple y satisfactoria del estilo es, como se puede imaginar,
p1 ácticamenlc imposible. Sin lugar a dudas, el térn1ino «cslilo• es un paradigma
de la polisem1n, es decir, d1! la pluralidad ele significados, a veces incluso
contradictorio~, que se pueden atrib11ir a una palabra. Se comprenderá entonces
nuestra difícil postura. ProcPclcrcmo:;. más bien por sucesivas aproximaciones para
explicar qué es lo que conviene entender por el estilo de una caligrafía.
En primer lugar, sería prudente sei'lalar que el estilo no debe confund1rse con
lllli!SUno de los CIIICO elementos ele la escritura expresados anteriormente. En el
mejor ele lo~ casos, podría ser una su mil de todos ello~, pero no algo que debiera
dehnirse como el modo de ser de la escritura. En cierto modo refleja la personalidad
del escriba. Tampoco debemos confundir la idea de pertenecer a un estilo con la
de tener estilo. En t·l primer ca~o, la expresión debe comprenderse en el sentido del Dt"' plumas de ganso 1.1jad.1s y lisl,ts para
estilo de una época o de una escuela; en el segundo, se trata del carácter peculiar t•)rnuil. Grabado tlc la f:ncidopccliu
(17'i1 1772).
de una obra. Por consiguiente, se puede decir que c1ertos calígrafos, al igual que
ciertos pintores, muestran un gran estilo, mientras que otros lo posecu en menor
medida o carecen ue él por completo. Una vez adquirido su oficio, el arlista
se expresa según un modo personal. En esta fase adquiere su estilo propio, Sil
manera de hacer o su factura. Cabe sei'íalar que las formas de diferentes alfabetos
no alteran en absoluto el estilo de un maestro; más bien al contrario, su mano
podrá siempre ser reconocida. Parr1 concluir, diremos que este breve análisis nos
permite entrever la peculiar dificullad que entraña inlentar incluir dentro ele una
dehnición todo lo que el término «estilo» supone en cuanto a elementos cualitativos
y por lo tanto difícilmente mensurables. Efectivamente, el estilo repudia por
esencia cualquier análisis material Consideramos, no obstante, que estas sucintas
reflexiones sensibilizarán al lector y lo ayudarán a circunscribir Los elementos que
habilualmenlc alimentan los debates estilísticos.
NOCI ONE:. PJ{tL I MIN/111.(5 7