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reducido:, a una suspensión fibrosa de aspecto lechoso llamada «pasta». Con esta
pasta se elaboraban las hojas mediante una serie de operaciones manuales.
El sacador sumergía la forma en la tina, la sacaba Llena de pasta húmeda y evacuaba
el exceso de agua mediante un lento balanceo. Después depositaba la forma sobre
una mesa y retiraba la «cubierta•. Entonces el ponedor colocaba un fieltro sobre la
capa de fibras húmedas y le daba la vuelta a todo el conjunto, de modo que el fieltro
quedase debajo. Al quitar el tamiz la hoja quedaba formada. Después se prensaba
para eliminar los restos de humedad y finalmente, tras extenderla cuidadosamente,
se dejaba secar colgada de una cuerda. El primer perfeccionamiento del proceso que
acabamos de describir fue el de la tina holandesa, introducida en el siglo xv111.
Inventada, como su nombre indica, en los Países Bajos, esta p ila d isponía de un
cilindro rotativo provisto de cuchillas, que sustituía las mazas de clavos utilizadas
hasta entonces. Este nuevo procedimiento permitía satisfacer la creciente demanda
ocasionada por la difusión de la imprenta.
El segundo perfeccionamiento, mucho más radical, consistió en llevar a cabo la
elaboración de las hojas gracias a una máquina capaz de realizar todas las operaciones,
desde la recogida de la pasta en la pila hasta el secado final. Las primeras tentativas
de puesta a punto de una máquina de estas características fueron realizadas en 1800
en Essonnes (Francia), por Louis-Nicolas Robert, pero la primera máquina capaz de
producir una hoja seca en continuo funcionó en Kent en 1803 y fue construida por
eJ inglés Brian Donkin. Todas estas mejoras multiplicaron considerablemente la
capacidad de producción de papel y plantearon un problema casi insalvable: el del
aprovisionamiento de trapo de lino y de cáñamo. La solución llegó a mediados
del siglo xrx con la utilización de la madera para pasta. La evolución ha sido muy
rápida y en la actualidad las máquinas, verdaderos monstruos mecánicos, trabajan
con una pasta compuesla de madera en un 95 por ciento.
3
1. Primera filigrana conocida en Europa,
Bolonia, 1282.
2. Filigrana de los talleres de Auvernia.
3· Filigrana de Jean Gouault, papelero en
Troyes hacia 1580. Esta marca de agua fue
descubierta en una hoja de 34 x 42 cm.
4· Unicornio pasante. Filigrana de Jean
Piétrequin, papelero en Troyes, hacia L489.
4 Fom1ato del papel: 43 x 29,5 cm.
LOS ÚTILE~ OEL CALICRArO 41