Page 106 - El Retorno del Rey
P. 106
Gandalf no se movió. Y en ese instante, lejano en algún patio de la ciudad, cantó
un gallo. Un canto claro y agudo, ajeno a la guerra y a los maleficios, de
bienvenida a la mañana que en el cielo, más allá de las sombras de la muerte,
llegaba con la aurora.
Y como en respuesta se elevó en la lejanía otra nota. Cuernos, cuernos,
cuernos. Los ecos resonaban débiles en los flancos sombríos del Mindolluin.
Grandes cuernos del Norte, soplados con una fuerza salvaje. Al fin Rohan había
llegado.