Page 109 - El Retorno del Rey
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membrudo y achaparrado, llevaba como única prenda unas hierbas atadas a la
cintura. Merry tuvo la impresión de que lo había visto antes en alguna parte, y
recordó de pronto a los hombres Púkel del Sagrario. Era como si una de aquellas
imágenes legendarias hubiese cobrado vida, o quizás un auténtico descendiente
de los hombres que sirvieran de modelos a los artistas hacía tiempo olvidados.
Estaban en silencio cuando Merry se aproximó, pero al cabo de un momento
el Hombre Salvaje empezó a hablar, como en respuesta a una pregunta. Tenía
una voz profunda y gutural, y Merry oyó con asombro que hablaba en la Lengua
Común, aunque de un modo entrecortado e intercalando palabras extrañas.
—No, padre-de-los-jinetes —dijo—, nosotros no peleamos, solamente
cazamos. Matamos a los gorgûn en los bosques, aborrecemos a los orcos.
También vosotros aborrecéis a los gorgûn. Ayudamos como podemos. Los
Hombres Salvajes tienen orejas largas, ojos largos. Conocen todos los senderos.
Los Hombres Salvajes viven aquí antes que Casas-de-Piedra; antes que los
Hombres Altos vinieran de las aguas.
—Pero lo que necesitamos es ayuda en la batalla —dijo Éomer—. ¿Cómo
podréis ayudarnos, tú y tu gente?
—Traemos noticias —dijo el Hombre Salvaje—. Nosotros observamos desde
las lomas. Trepamos a la montaña alta y miramos abajo. Ciudad de Piedra está
cerrada. Hay fuego allá fuera; ahora también dentro. ¿Allí queréis ir? Entonces,
hay que darse prisa. Pero los gorgûn y los hombres venidos de lejos —movió un
brazo corto y nudoso apuntando al este— esperan en el camino de los caballos.
Muchos, muchos más que todos los jinetes.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Éomer.
El rostro chato y los ojos oscuros del viejo no expresaban nada, pero en la voz
había un hosco descontento.
—Hombres Salvajes son salvajes, libres, pero no niños —replicó—. Yo soy
gran jefe Ghân-buri-Ghân. Yo cuento muchas cosas: estrellas en el cielo, hojas
en los árboles, hombres en la oscuridad. Vosotros tenéis veinte veintenas contadas
cinco veces más cinco. Ellos tienen más. Gran batalla, ¿y quién ganará? Y
muchos otros caminan alrededor de los muros de Casas-de-Piedra.
—Ay, con demasiado tino habla —dijo Théoden—. Y los batidores nos dicen
que han cavado fosos y que hay hogueras emboscadas a lo largo del camino.
Nos será imposible tomarlos por sorpresa y arrasarlos.
—Pero tenemos que actuar con rapidez —dijo Éomer—. ¡Mundburgo está en
llamas!
—¡Dejad terminar a Ghân-buri-Ghân! —dijo el Hombre Salvaje—. Él
conoce más de un camino. Él os guiará por sendero sin fosos, que los gorgûn no
pisan, sólo los Hombres Salvajes y las bestias. Muchos caminos construyó la
Gente-de-Casas-de-Piedra cuando era más fuerte. Despedazaban colinas como
cazadores despedazan carne de animales. Los Hombres Salvajes creen que