Page 127 - El Retorno del Rey
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los incendios de la ciudad. Como a través de una niebla, vio llegar la vanguardia
      de los hombres de Gondor. Imrahil, Príncipe de Dol Amroth, se adelantó hasta
      ellos y se detuvo.
        —¿Qué es esa carga que lleváis, Hombres de Rohan? —gritó.
        —Théoden  Rey  —le  respondieron—.  Ha  muerto.  Pero  ahora  Éomer  Rey
      galopa en la batalla: el de la crin blanca al viento.
        El  príncipe  se  apeó  del  caballo,  y  arrodillándose  junto  a  las  parihuelas
      improvisadas, rindió homenaje al rey y a su heroísmo; y lloró. Y al levantarse,
      vio de pronto a Eowyn, y la miró estupefacto.
        —¿No es una mujer? —exclamó—. ¿Acaso las mujeres de los Rohirrim han
      venido también a la guerra, a prestarnos ayuda?
        —¡Nada  de  eso!  —le  respondieron—.  Sólo  una  ha  venido.  Es  la  Dama
      Eowyn, hermana de Éomer; y hasta este momento ignorábamos que estuviese
      aquí, y lo deploramos amargamente. Entonces el príncipe, al verla tan hermosa,
      pese a la palidez del rostro frío, le tomó la mano y se inclinó para mirarla más de
      cerca.
        —¡Hombres de Rohan! —gritó—. ¿No hay un médico entre vosotros? Está
      herida, tal vez de muerte, pero creo que todavía vive. —Le acercó a los labios
      fríos el brazal brillante y pulido de la armadura, y he aquí que una niebla tenue y
      apenas visible empañó la superficie bruñida.
        —Ahora —dijo— tenemos que darnos prisa —y ordenó a uno de los hombres
      que corriera a la ciudad en busca de socorro. Pero él mismo se despidió de los
      caídos con una reverencia, y volviendo a montar partió al galope hacia el camino
      de batalla.
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