Page 259 - El Retorno del Rey
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quien podría ayudaros a curar! Soy una doncella guerrera y mi mano no es
suave. Pero os agradezco que me permitáis al menos no permanecer encerrada
en mi estancia. Por la gracia del Senescal de la Ciudad podré caminar al aire
libre.
Y con una reverencia dio media vuelta y regresó a la casa. Pero Faramir
continuó caminando a solas por el jardín durante largo rato, y ahora volvía los
ojos más a menudo a la casa que a los muros del este.
Cuando estuvo de nuevo en su habitación, Faramir mandó llamar al Mayoral e
hizo que le contase todo cuanto sabía acerca de la Dama de Rohan.
—Sin embargo, señor —dijo el Mayoral—, mucho más podría deciros sin
duda el mediano que está con nosotros; porque él era parte de la comitiva del
Rey, y según dicen estuvo con la Dama al final de la batalla.
Y Merry fue entonces enviado a Faramir, y mientras duró aquel día
conversaron largamente, y Faramir se enteró de muchas cosas, más de las que
Merry dijo con palabras; y le pareció comprender en parte la tristeza y la
inquietud de Eowyn de Rohan. Y en el atardecer luminoso Faramir y Merry
pasearon juntos por el jardín, pero no vieron a la Dama aquella noche.
Pero a la mañana siguiente, cuando Faramir salió de las casas, la vio, de pie
en lo alto de las murallas; estaba toda vestida de blanco y resplandecía al sol. La
llamó, y ella descendió, y juntos pasearon por la hierba, y se sentaron a la
sombra de un árbol verde, a ratos silenciosos, a ratos hablando. Y desde entonces
volvieron a reunirse cada día. Y al Mayoral, que los miraba desde la ventana, y
que era un Curador, se le alegró el corazón; verlos juntos aligeraba sus
preocupaciones; y tenía la certeza de que en medio de los temores y presagios
sombríos que en aquellos días oprimían a todos, ellos, entre los muchos que él
cuidaba, mejoraban y ganaban fuerza hora tras hora.
Y llegó así el quinto día desde aquel en que la Dama Eowyn fuera por
primera vez a ver a Faramir; y de nuevo subieron juntos a las murallas de la
ciudad y miraron en lontananza. Todavía no se habían recibido noticias y los
corazones de todos estaban ensombrecidos. Ahora tampoco el tiempo se
mostraba apacible. Hacía frío. Un viento que se había levantado durante la noche
soplaba inclemente desde el norte, y aumentaba, y las tierras de alrededor
estaban lóbregas y grises.
Se habían vestido con prendas de abrigo y mantos pesados, y la Dama
Eowyn estaba envuelta en un amplio manto azul, como una noche profunda de
estío, adornado en el cuello y el ruedo con estrellas de plata. Faramir había
mandado que trajeran el manto y se lo había puesto a ella sobre los hombros; y
la vio hermosa y una verdadera reina allí de pie junto a él. Lo habían tejido para
Findullas de Amroth, la madre de Faramir, muerta en la flor de la edad, y era