Page 374 - El Retorno del Rey
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común entre los hombres, a menos que sucumbas víctima del Mal, o que llegues
      a fracasar en la prueba. Pero la prueba será dura y larga. El Cetro de Annúminas
      lo retengo, pues aún tienes que ganarlo.
        » Al día siguiente, a la hora del crepúsculo, Aragorn paseaba solitario por los
      bosques, con el corazón alegre; y cantaba, porque tenía muchas esperanzas, y
      porque el mundo era bello. Y de pronto, mientras aún cantaba vio una doncella
      que caminaba por un prado entre los troncos blancos de los abedules; y se detuvo
      maravillado,  creyendo  haberse  extraviado  en  un  sueño,  o  que  le  había  sido
      concedido  el  don  de  los  músicos  élficos,  que  hacen  aparecer  ante  los  ojos  de
      quienes escuchan las cosas que cantan.
        » Porque  Aragorn  iba  cantando  un  fragmento  del  Lay  de  Lúthien,  el  que
      narra el encuentro de Lúthien y Beren en la Floresta de Neldoreth. Y he aquí que
      Lúthien caminaba ante sus propios ojos en Rivendel, envuelta en un manto de
      plata y azur, hermosa como el crepúsculo en el Hogar de los Elfos; los cabellos
      oscuros le flotaban movidos por una brisa súbita, y una diadema de gemas que
      parecían estrellas le ceñía la frente.
        » Por un momento Aragorn la contempló en silencio, pero temiendo que se
      desvaneciera  para  siempre,  la  llamó  gritando:  «Tinúviel,  Tinúviel!»,  tal  como
      Beren en los Días Antiguos.
        » La doncella entonces se volvió, y sonrió, y dijo: —¿Quién eres? ¿Y por qué
      me llamas con ese nombre?
        » Y él respondió: —Porque creí que eras en verdad Lúthien Tinúviel, cuyo
      Lay venía cantando. Pero si no eres ella, caminas como ella.
        » —Muchos lo han dicho —respondió ella en tono grave—. Sin embargo no
      me llamo como ella, aunque acaso nuestros destinos sean semejantes. ¿Pero tú,
      quién eres?
        » —Estel me llamaban —respondió él—, pero soy Aragorn, hijo de Arathorn,
      heredero de Isildur, Señor de los Dúnedain. —Sin embargo, mientras lo decía,
      sentía que ese alto linaje, que tanto le había regocijado el corazón, poco valor
      tenía ahora, y no era nada comparado con la dignidad y la belleza de la joven.
        » Pero ella rompió a reír alegremente, y dijo: —Entonces somos parientes
      lejanos. Porque yo soy Arwen hija de Elrond, y también me llamo Undómiel.
        » —Suele ocurrir —dijo Aragorn—, que en tiempos de peligro los hombres
      oculten  el  tesoro  más  preciado.  Pero  Elrond  y  tus  hermanos  me  asombran;
      porque aunque he vivido en esta casa desde mi niñez, nunca había oído hablar de
      ti. ¿Cómo es posible que no nos hayamos encontrado antes? ¡Tu padre no te habrá
      guardado bajo llave junto con sus tesoros!
        » —No —dijo ella, y alzó los ojos hacia las montañas que se erguían al este
      —. He vivido largo tiempo en la tierra de mi madre, en la lejana Lothlórien. Y he
      venido hace poco, a visitar nuevamente a mi padre. Hacía muchos años que no
      paseaba en Imladris.
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