Page 375 - El Retorno del Rey
P. 375

» Aragorn se sorprendió, porque no parecía tener más edad que él, que sólo
      había vivido una veintena de años en la Tierra Media. Pero Arwen lo miró a los
      ojos y dijo: —¡No te asombres! Los hijos de Elrond tenemos la vida de los Eldar.
        » Aragorn  se  turbó,  porque  vio  en  los  ojos  de  Arwen  la  luz  élfica  y  la
      sabiduría  de  años  incontables;  pero  desde  aquel  momento  amó  a  Arwen
      Undómiel hija de Elrond.

      En los días que siguieron Aragorn se volvió silencioso y su madre adivinó que
      algo extraño le había ocurrido; y por fin cedió a las preguntas de ella, y le contó
      el encuentro entre los árboles en el crepúsculo.
        » —Hijo  mío  —dijo  Gilraen—,  tu  ambición  es  alta,  hasta  para  el
      descendiente de numerosos Reyes. Porque esta dama es la más noble y la más
      hermosa que hoy pisa la tierra. Y no es propio de un mortal unirse en matrimonio
      a la raza de los elfos.
        —Sin embargo, también nosotros pertenecemos en parte a esa raza —replicó
      Aragorn—, si es cierto lo que he aprendido en la historia de mis antepasados.
        —Es verdad —dijo Gilraen—, pero eso fue hace largo tiempo, y en otra edad
      de  este  mundo,  antes  que  nuestra  raza  declinara.  Por  esto  temo:  porque  sin  la
      buena  voluntad  del  Señor  Elrond  los  herederos  de  Isildur  no  tardarán  en
      extinguirse. Pero no creo que en este asunto puedas contar con la benevolencia
      de Elrond.
        —Amargos serán entonces mis días —dijo Aragorn—, y a solas caminaré
      por las tierras salvajes.
        —Tal  será  en  verdad  tu  destino  —dijo  Gilraen;  y  si  bien  tenía  en  cierta
      medida  el  don  de  adivinación  propio  de  su  gente,  nada  más  dijo  acerca  del
      futuro, ni habló con nadie de lo que su hijo le había confiado.
        Pero  Elrond  veía  muchas  cosas  y  leía  en  muchos  corazones.  Un  día  pues,
      antes de fin de año, llamó a Aragorn a su cámara y le dijo: —¡Aragorn, hijo de
      Arathorn, Señor de los Dúnedain, escúchame! Un gran destino te espera, sea el
      de elevarte más alto que todos tus antepasados desde los días de Elendil, o caer en
      la oscuridad con todos los sobrevivientes de tu estirpe. Pasarás por largos años de
      prueba.  No  tomarás  esposa,  ni  te  ligarás  a  mujer  alguna  con  promesa  de
      matrimonio, hasta que llegue tu hora, y hayas demostrado ser digno.
        Entonces Aragorn se turbó y dijo: —¿Acaso mi madre os ha hablado?
        —No por cierto —dijo Elrond—. Tus propios ojos te han traicionado. Pero no
      hablo  solamente  de  mi  hija.  Por  ahora  no  te  comprometerás  con  la  hija  de
      ningún otro. Pero en cuanto a Arwen la Bella, Señora de Imladris y de Lorien,
      Estrella de la Tarde de su pueblo, es de un linaje más alto que el tuyo, y ya ha
      vivido en el mundo tanto tiempo que para ella no eres más que un retoño del año,
      frente a un joven abedul de numerosos estíos. Está muy por encima de ti. Y así,
   370   371   372   373   374   375   376   377   378   379   380