Page 61 - El Retorno del Rey
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Ya no necesitarás preguntar el origen del nombre: Raíz Negra lo llaman.
El Valle del Morthond era como una bahía amplia recostada contra los
escarpados riscos meridionales. Las barrancas empinadas estaban tapizadas de
hierbas; pero a esa hora todo era gris, pues el sol se había ocultado, y abajo, en la
lejanía, parpadeaban las luces de las moradas de los hombres. Era un valle rico y
muy poblado.
De pronto, sin darse vuelta, Aragorn gritó con voz tenante, de modo que todos
pudieran oírlo:
—¡Olvidad vuestra fatiga, amigos! ¡Galopad ahora, galopad! Es menester
que lleguemos a la Piedra de Erech antes del fin del día, y el camino es todavía
largo.
Y luego, sin una mirada atrás, galoparon a través de las campiñas
montañosas, hasta llegar a un puente sobre el río, ahora caudaloso, y encontraron
un camino que bajaba a los llanos.
Al paso de la Compañía Gris, las luces de las casas y de las aldeas se
apagaban, se cerraban las puertas, y la gente que aún estaba en los campos daba
gritos de terror y huía despavorida, como ciervos acosados. En todas partes se oía
el mismo clamor en la noche creciente:
—¡El Rey de los Muertos! ¡El Rey de los Muertos marcha sobre nosotros!
Lejos y allá abajo repicaban campanas, y todos huían ante el rostro de
Aragorn; pero los Jinetes de la Compañía Gris pasaban de largo, rápidos como
cazadores, y ya los caballos empezaban a trastabillar de cansancio. Así, justo
antes de la medianoche, y en una oscuridad tan negra como las cavernas de las
montañas, llegaron por fin a la Colina de Erech.
Largo tiempo hacía que el terror de los Muertos se había aposentado en esa
colina y en los campos desiertos de alrededor. Pues allí en la cima se alzaba una
piedra negra, redonda como un gran globo, de la altura de un hombre, aunque la
mitad estaba enterrada en el suelo. Tenía un aspecto sobrenatural, como si
hubiese caído de lo alto, y algunos lo creían; pero aquellos que aún recordaban
las antiguas crónicas del Oesternesse aseguraban que había venido de las ruinas
de Númenor y que había sido puesta por Isildur, cuando llegó allí. Ninguno de los
habitantes del valle se atrevía a aproximarse a la piedra, ni quería vivir en las
cercanías. Decían que en ese lugar celebraban sus cónclaves los Hombres-
Sombra, y que allí se reunían a cuchichear en horas de pavor, apiñados alrededor
de la Piedra.
A esa piedra llegó la compañía en lo más profundo de la noche, y se detuvo.
Elrohir le dio entonces a Aragorn un cuerno de plata, y Aragorn sopló en él; y a
los hombres que estaban más cerca les pareció oír una respuesta, otros cuernos
que resonaban en cavernas profundas y lejanas. No oían ningún otro ruido, pero
sin embargo sentían la presencia de un gran ejército reunido alrededor de la
colina; y el viento helado que soplaba de las montañas era como el aliento de una