Page 432 - La Traición de Isengard
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XXVI
                 EL REY DEL CASTILLO DE ORO
      [518]
      La  historia  textual  de  este  capítulo  es  muy  parecida  a  la  de  « El  Caballero
      Blanco» : el primer manuscrito coherente y legible también, en un sentido, es el
      primer texto existente del capítulo, pues los borradores primitivos fueron escritos,
      sección por sección, a medida que progresaba el manuscrito principal. En otras
      palabras,  ese  manuscrito  fue  el  vehículo  del  desarrollo  de  la  narrativa,  y  la
      distinción  entre  « borrador»   y  « copia  en  limpio»   no  es  de  ningún  modo  una
      distinción  entre  dos  manuscritos  separados,  uno  terminado  como  una  totalidad
      antes de que se empezara el otro. Sin embargo, durante casi todo el último tercio
      del capítulo no hay un borrador independiente, pues la concepción inicial a lápiz
      fue sobreescrita a tinta.
        Una parte sustancial del capítulo existía de alguna forma antes de que se le
      añadiera a « El Caballero Blanco»  la historia de Gandalf sobre el Balrog (véase
      p. 505), y el punto de separación de « El Rey del Castillo de Oro»  (sin tener ese
      nombre) de « El Caballero Blanco»  se cambió dos veces. [573]
        En  la  primera  etapa  de  la  narrativa,  abandonada  antes  de  que  hubiera
      avanzado  mucho,  Gandalf  (con  Gimli)  dejó  a  Aragorn  y  a  Legolas  antes  de
      llegar a Eodoras:
        —Esas moradas se llaman Eodoras —dijo Gandalf—, y aquel castillo dorado,
      Winseld. Allí vive Theoden [574]  hijo de Thengel, señor de la marca de Rohan.
      Hemos  llegado  junto  con  el  día  naciente.  Ahora  el  camino  se  extiende
      claramente ante vosotros. ¡Id a toda velocidad!
        De pronto, le habló a Sombragrís y como una flecha del arco el gran caballo
      salió  disparado  a  la  carrera.  Desapareció  incluso  mientras  lo  miraban:  un
      relámpago  de  plata,  un  viento  en  la  hierba,  una  visión  que  escapó  y  se
      desvaneció.
        Rápidamente, azuzaron a sus caballos para que lo siguieran, pero si hubieran
      ido  caminando  habrían  tenido  la  misma  posibilidad  de  alcanzarlo.  Habían
      avanzado sólo una pequeña parte del camino cuando Legolas exclamó:
        —¡Ése  fue  un  salto  poderoso!  Sombragrís  ha  cruzado  el  río  [519]  de  la
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