Page 433 - La Traición de Isengard
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montaña de un salto y ya ha subido la colina y desaparecido de mi vista.
        La mañana era brillante y clara alrededor de ellos, y los pájaros cantaban,
      cuando Aragorn y Legolas llegaron al río; bajando rápidamente hacia la llanura,
      el agua describía una curva ante su sendero, girando al este para alimentar al
      Entaguas, lejos a la izquierda en su lecho pantanoso. Aquí había muchos sauces,
      en  esta  tierra  meridional  las  yemas  de  los  árboles  ya  tenían  un  color  rojizo,
      presagiando la primavera. Encontraron un vado, lleno en ambas orillas de huellas
      de caballos, y cruzaron, y así al fin también ellos subieron por el camino verde
      que llevaba a Eodoras.
        Al pie de la colina pasaron entre siete montículos, altos y verdes. Ya tenían
      pálidas florecitas como estrellas, y en el refugio de la cara oeste la hierba estaba
      blanca, como cubierta de nieve, con flores (brotes) que se movían.
        —¡Mira, Legolas! —dijo Aragorn—. Estamos pasando junto a los montículos
      donde duermen los antepasados de Theoden.
        —Sí —dijo Legolas—, siete montículos hay, y siete largas vidas de hombres
      son, desde que los Rohiroth vinieron aquí del Norte. Doscientas veces y más las
      hojas rojas cayeron desde entonces en mi casa del Bosque Negro, [575]  y poco
      cambio nos parece a nosotros. Pero para ellos parece un tiempo tan largo, que su
      vida en el Norte no es más que un recuerdo en una canción, y su lengua ya es
      distinta de la de sus parientes del norte.
        Los compañeros entraron por las puertas. Los escoltaron unos jinetes, y los
      condujeron al castillo. Desmontaron y entraron en una sala con ecos. Allí vieron
      a Theoden el viejo. A su lado se sentaba Gandalf, y a sus pies, Gimli el enano.
      Al pie de la página, donde termina este borrador, está la nota: « ? Noticias del
      ataque a Minas Tirith por los Haradwaith en barcos» ; véanse pp. 511, 513.
        Sería  interesante  saber  qué  pensamiento  había  detrás  de  esta  historia  de  la
      « entrada dividida»  a Eodoras; pero, fuera el que fuese, la llegada hasta allí e
      incluso  la  entrada  en  Winseld  se  consiguieron,  como  parece,  sin  ninguna
      ceremonia,  interrogatorio  o  necesidad  de  dejar  las  armas.  No  hay  sugerencia
      alguna  de  hostilidad  o  recelo  hacia  los  extranjeros,  y  esto  concuerda  con  el
      primer boceto dado en el último capítulo (véase p. 514). Se verá en lo que sigue
      que  toda  la  concepción  [520]  de  la  situación  en  Eodoras  surgió  durante  la
      escritura de « El Rey del Castillo de Oro» .
        Mientras  que  todavía  se  mantuvo  la  historia  de  la  entrada  dividida  de  los
      cuatro compañeros, sin embargo, en un borrador revisado, en el acto se introdujo
                                            [576]
      un recibimiento muy « beowulfiano»  a Aragorn y Legolas ante las puertas.
      … al fin llegaron a las grandes murallas batidas por el viento y a las puertas de
      Eodoras.  Había  allí  hombres  con  lustrosas  mallas  montados  sobre  corceles
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