Page 80 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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creador de los mundos inferiores. Él estableció el universo terrestre con ayuda de seis

  hijos  varones,  o  emanaciones  (posiblemente,  los  ángeles  planetarios),  que  él  formó
  fuera  y  a  la  vez  dentro  de  Sí  mismo.  Como  ya  hemos  dicho,  el  Demiurgo  se

  diferenciaba como la creación inferior de la sustancia llamada pléroma. Un grupo de

  gnósticos creía que el Demiurgo era la causa de todas las desgracias y que era una

  criatura malvada, que, al construir aquel mundo inferior, había alejado las almas de
  los hombres de la verdad, envolviéndolas en un medio mortal. Para la otra escuela, el

  Demiurgo  tenía  inspiración  divina  y  se  limitaba  a  cumplir  las  órdenes  del  Señor

  invisible. Algunos gnósticos opinaban que el Demiurgo era el Dios judío: Jehová. Este

  concepto,  con  un  nombre  ligeramente  diferente,  influyó,  aparentemente,  en  el
  rosacrucismo medieval, que consideraba a Jehová el Señor del universo material, en

  lugar de la Divinidad Suprema. Abundan en la mitología las historias de dioses que

  compartían una naturaleza celestial y una terrestre. El Odín escandinavo es un buen
  ejemplo  de  una  divinidad  mortal,  sometida  a  las  leyes  de  la  naturaleza,  aunque,  al

  mismo tiempo y al menos en cierto sentido, también era una Divinidad Suprema.

       El punto de vista gnóstico con respecto al Cristo es digno de consideración. Esta
  orden  sostenía  que  era  la  única  escuela  que  tenía  imágenes  verdaderas  del  Sirio

  Divino.  Aunque  se  trataba,  con  toda  probabilidad,  de  concepciones  idealistas  del

  Salvador  basadas  en  las  esculturas  y  pinturas  existentes  de  las  divinidades  solares

  paganas,  el  cristianismo  no  tenía  nada  más.  Para  los  gnósticos,  el  Cristo  era  la
  personificación  de  la  nous,  la  mente  divina,  y  emanaba  de  los  eones  espirituales

  superiores. Descendió al cuerpo de Jesús en el bautismo y lo abandonó antes de la

  crucifixión. Los gnósticos declaraban que el Cristo no había sido crucificado, porque

  su nous divina no podía morir, sino que Simón, el cirenaico, ofreció su vida por él, y
  que la nous, gracias a su poder, hizo que Simón se pareciera a Jesús. Con respecto al

  sacrificio cósmico del Cristo, Ireneo afirma lo siguiente:



       «Cuando el Padre no creado ni nombrado vio la corrupción de la humanidad,

       envió  al  mundo  a  su  primogénito,  Nous  en  forma  de  Cristo,  para  redimir  a
       todos  los  que  crean  en  Él,  con  el  poder  de  los  creadores  del  mundo  (el

       Demiurgo y sus seis hijos varones, los genios planetarios). Él apareció entre

       los hombres como Jesús hecho hombre e hizo milagros»                           [9]



       Los gnósticos dividían la humanidad en tres partes: aquellos que, como salvajes,

  adoraban  solo  a  la  naturaleza  visible;  aquellos  que,  como  los  judíos,  adoraban  al
  Demiurgo,  y,  por  último,  ellos  mismos  u  otros  de  un  culto  similar,  incluidas
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