Page 35 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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estima que los primeros asentamientos urbanos de los antecesores de los aztecas fueron fundados
hacia 3500 a. de C. Según el arqueólogo peruano Daniel Ruiz, Machu Picchu, la misteriosa ciudad
en ruinas de los altos Andes, fue fundada antes de la catástrofe mundial descrita en la Biblia como el
Diluvio. La historiografía tradicional rechaza ambas fechas.
Lhasa, el Hijo Elegido de los Dioses
La Crónica de Akakor, la historia escrita de mi pueblo desde la hora cero hasta el
año 12.453. es nuestro mayor tesoro. Contiene toda la sabiduría de los Ugha
Mongulala, escrita en el lenguaje milenario de nuestros Padres Antiguos. Recoge
el legado de los Maestros Antiguos, que ha determinado la vida de mi pueblo
durante más de 10.000 años. Contiene los secretos de las Tribus Escogidas y
corrige asimismo la historia de los Blancos Bárbaros. Porque la Crónica de Akakor
describe el nacimiento y la decadencia de un pueblo escogido por los Dioses hasta
el final del mundo, cuando ellos regresarán después de que una tercera Gran
Catástrofe haya destruido a los pueblos. Así está escrito. Así es cómo hablan los
sacerdotes. Así ha sido registrado, con buenas palabras, con lenguaje claro:
Todavía el crepúsculo cubría la superficie de la Tierra. Todavía un velo cubría el
Sol y la Luna. Aparecieron entonces las naves en el cielo, poderosas y de un color
dorado. Grande fue la alegría de los Servidores Escogidos. Sus Maestros Antiguos
volvían. Regresaban a la Tierra con sus rostros resplandecientes. Y el Pueblo Es-
cogido reunió sus ofrendas: plumas del gran pájaro de los bosques, miel de
abejas, incienso y frutas. Los Servidores Escogidos depositaron estas ofrendas a
los pies de los Dioses y bailaron. Bailaron con sus rostros vueltos hacia el Este,
hacia el Sol naciente. Bailaron con lágrimas de alegría en sus ojos por el regreso
de los Maestros Antiguos. Y los animales también se regocijaron. Todos, hasta el
más humilde, se irguieron en los valles y contemplaron a los Padres Antiguos. Mas
no eran muchos los que quedaban. Los Dioses habían matado a la mayoría en
castigo por su conducta. Sólo unas pocas personas quedaban vivas para saludar
con el debido respeto a los Maestros Antiguos.
En el año 7315 (3166 a. de C.)* los Dioses, que tan ansiadamente habían sido
esperados por mi pueblo, regresaron a la Tierra. Los Maestros Antiguos de las
Tribus Escogidas regresaron a Akakor y asumieron el poder. Pero únicamente
unas pocas naves llegaron a nuestra capital, y los Dioses apenas permanecieron
tres meses con los Ugha Mongulala. Seguidamente abandonaron de nuevo la
Tierra. Tan sólo los hermanos Lhasa y Samón no regresaron al lugar de sus
Padres Antiguos. Lhasa se estableció en Akakor; Samón voló hacia el Este y fundó
su propio imperio.
Lhasa, el Hijo Elegido de los Dioses, asumió el poder sobre un imperio devastado.
Únicamente 20 millones de personas de los 362 que vivieron durante la Edad de
Oro habían sobrevivido a la segunda Gran Catástrofe. Los asentamientos y los
pueblos estaban en ruinas. Hordas de Tribus Degeneradas avanzaban por las
fronteras. La guerra imperaba por todo el
* Los años entre paréntesis son «según el calendario de los Blancos Bárbaros» o cristiano. (N. del
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territorio. El legado de los Dioses había sido olvidado. Lhasa reconstruyó el antiguo
imperio. Como una protección contra las tribus hostiles que avanzaban, mandó
construir grandes fortalezas. Bajo su mando, los Ugha Mongulala erigieron
grandes murallas de tierra a lo largo del Gran Río y las fortificaron con
empalizadas de madera. A escogidos guerreros les fue confiada la tarea de
proteger la nueva frontera y de avisar a Akakor sobre los avances de las tribus
hostiles. En el sur del país llamado Bolivia, Lhasa levantó las bases de Mano,
Samoa y Kin. Estaban compuestas por trece edificios amurallados siguiendo la
estructura de los recintos religiosos de nuestros Padres Antiguos. Una pirámide