Page 37 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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El imperio de Lhasa, el Hijo Elegido de los Dioses
                  Ellos soportan la ciudad sagrada sobre sus espaldas, eternamente prisioneros dentro
                  de las piedras.
                  Machu Picchu es una ciudad sagrada. Sus templos están dedicados al Sol. a la Luna,
                  a la Tierra, al mar y a los animales. Una vez que cuatro generaciones de hombres
                  hubieron completado la ciudad, Lhasa se trasladó a ella y desde aquí condujo al
                  imperio a un nuevo periodo de esplendor y prestigio.
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                  Bajo Lhasa, el número de guerreros creció. Se sentían fuertes y no tenían que
                  preocuparse por el país o por la familia. Sólo tenían ojos para las armas.
                  Protegidos por los Dioses, vigilaban las posiciones de los enemigos. Recorrían
                  el mundo siguiendo las instrucciones de Lhasa, porque el Hijo Elegido de los
                  Dioses era verdaderamente un gran príncipe. Nadie podía derrotarle ni matarle.
                  Lhasa era uno de los Dioses. Durante trece días, se elevó en los cielos.
                  Durante trece días caminó para encontrarse con el Sol naciente. Durante trece
                  días adoptó la forma de un pájaro y era verdaderamente un pájaro. Durante
                  trece días se convirtió en un águila. Era realmente un elegido. Todos se
                  inclinaban ante su presencia. Su poder llegaba hasta los límites del cielo, hasta
                  los límites de la Tierra. Y las tribus se inclinaron ante el señor divino.
                  Lhasa fue el innovador decisivo del imperio de los Ugha Mongulala. Durante los
                  trescientos años de su reinado, sentó las bases de un poderoso imperio. Luego
                  regresó con los Dioses. Convocó a los ancianos del pueblo y a los sumos sacer-
                  dotes y les transmitió sus leyes. Ordenó al pueblo que viviera para siempre según
                  el legado de los Dioses y que obedeciera sus prescripciones. Luego Lhasa se
                  volvió hacia el Este y se inclinó ante el Sol naciente. Antes de que sus rayos
                  tocaran la ciudad sagrada, ascendió en su disco volante la Montaña de la Luna
                  que se destaca sobre Machu Picchu y se retiró para siempre de los humanos. Esto
                  es lo que cuentan los sacerdotes sobre la misteriosa partida de Lhasa, el Hijo
                  Elegido de los Dioses, el único príncipe de las Tribus Escogidas que vino de las
                  estrellas.
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                  Samón y el imperio del Este
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