Page 96 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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Pueblos de los bosques, de las llanuras y de las montañas, escuchad: los Blancos
Bárbaros se están volviendo locos. Se matan los unos a los otros. Todo es sangre,
terror y perdición. La luz de la Tierra está próxima a extinguirse. La oscuridad
cubre los caminos. Los únicos sonidos que se escuchan son el aletear de los
búhos y el chillar del gran pájaro de los bosques. Hemos de mantenernos fuertes
contra ellos. Cuando uno de ellos se acerque, extended vuestras manos.
Rechazadle y gritadle: «Calla, tú el de la potente voz. Tus palabras son sólo como
el retumbar del trueno, nada más. Manténte alejado de nosotros, tú con tus
placeres y tus ambiciones, con tu codicia de riquezas, con tu avaricia de ser más
que quien tienes a tu lado, con todas tus acciones sin sentido, con la torpeza de
tus manos, con tu curiosidad
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en el pensamiento y en el conocimiento, que en realidad nada conoce. Nada de
eso necesitamos nosotros. Estamos contentos con el legado de los Dioses, cuya
luz no nos deslumbra ni nos confunde, sino que en cambio ilumina todos los
caminos para que podamos absorber toda su gran sabiduría y vivir como
humanos».
Yo lo recuerdo. Fue en el año 12.449 cuando por primera vez visité la tierra de los
Blancos Bárbaros. Una y otra vez. los soldados me preguntaban las mismas
cuestiones. Hablaban sobre la vida de los pueblos del Gran Río, sobre su supuesta
pereza y sus supuestos vicios. Los salvajes, así me dijeron ellos, son
congénitamente estúpidos, astutos y falsos. Tienen poco espíritu y carecen de
nervio. Se matan los unos a los otros por el placer de matarse. Así era cómo los
Blancos Bárbaros hablaban sobre unos pueblos que ya poseían leyes escritas
cuando ellos todavía caminaban por los bosques en todas las direcciones, tal y
como está escrito en la crónica. Pero yo acepté su maldita conversación; atesoré
sus palabras dentro de mí como el explorador que recuerda las huellas de sus
enemigos.
Mas en las ocho lunas que yo pasé en el país de los Blancos Bárbaros, no
encontré nada que pudiera ser útil para mi pueblo. Cierto que ellos también han
cultivado los campos y construido ciudades, que han trazado carreteras e
inventado poderosos instrumentos que ningún Ugha Mongulala puede
comprender. Pero desconocen el legado de los Dioses. Con sus falsas creencias,
los Blancos Bárbaros están destruyendo su propio mundo. Hasta tal punto están
cegados que ni siquiera reconocen su origen. Porque sólo aquel que conoce su
pasado puede encontrar el camino del futuro.
Los Ugha Mongulala conocen su pasado, escrito en la Cró-
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nica de Akakor. Por tanto también conocen su futuro. Según las profecías de los
sacerdotes, en el año 12.462 (1981) sobrevendrá una tercera Gran Catástrofe que
destruirá la Tierra. La catástrofe se iniciará allí donde Samón estableciera su gran
imperio. En este país estallará una guerra que lentamente se irá extendiendo por toda
la Tierra. Los Blancos Bárbaros se destruirán los unos a los otros con armas mas
brillantes que mil soles. Solamente unos pocos sobrevivirán a las grandes
tempestades de fuego, y entre ellos se encontrará el pueblo de los Ugha Mongulala
que se ha refugiado en las residencias subterráneas. Esto es. en cualquier caso, lo
que dicen los sacerdotes, y así lo han escrito en la crónica:
Un terrible destino le espera a la Humanidad. Una conmoción se producirá y las
montañas y los valles temblarán. La sangre caerá desde el cielo y la carne del
hombre se contraerá y se volverá fofa. Las personas estarán sin fuerza y sin
movimiento. Perderán la razón. Ya no podrán mirar más hacia atrás. Sus cuerpos
se desintegrarán. Así será cómo los Blancos Bárbaros recogerán la cosecha de
sus actos. El bosque se llenará de sus sombras, agitadas por el dolor y por la