Page 93 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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la Crónica de Akakor. con buenas palabras, con lenguaje claro:
Ocurrió hace un tiempo infinitamente largo. Una piedra del pavimento estaba
colocada en el camino que conducía al Gran Templo del Sol. Veía pasar a todas
las personas que pisaban por encima de ella cuando iban a hacer ofrendas a los
Dioses. Veía pasar a personas que procedían de las cuatro esquinas del universo.
Y a la piedra del pavimento le sobrevino un deseo vehemente. Y cuando el Sumo
Sacerdote pisaba por encima de ella, le pidió piernas. Mucho se sorprendió el
Sumo Sacerdote. Pero el hombre sabio, el mago, el señor de todas las cosas, pú-
sole piernas. Diole cuatro piernas que nunca pararían de moverse. Y la piedra del
pavimento partió. Vagó por aquí y por allá, por montañas y valles, a través de bos-
ques y de llanuras, hasta que lo hubo visto todo y se hubo cansado de mirar. Así
que regresó al Gran Templo del
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Sol. Y cuando llegó a su antiguo lugar, observó que su sitio ya había sido ocupado.
Y su corazón se entristeció y lloró amargas lágrimas. Y la piedra del pavimento
reconoció la verdad: sólo aquel que cumple sus deberes para con la comunidad
cumple las leyes de los Dioses.
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4 El regreso de los Dioses
1970 hasta el presente
El mundo está lleno de escepticismo y de incertidumbre. Están produciéndose cambios en
todas las esferas del conocimiento que amenazan cambios en todas las esferas de los
sistemas políticos y económicos hasta ahora válidos. Los stocks de bombas atómicas y de
hidrógeno son suficientes para destruir toda la vida sobre la Tierra. La creciente escasez de
materias primas ha llevado al asalto final de las últimas regiones inexploradas. En la Amazonia,
las carreteras troncales y los aeropuertos han sentado las bases necesarias para la exploración
de las enormes regiones de bosques vírgenes, restringiendo aún más el espacio vital de la
población nativa. Según las estimaciones de FUNAI, Servicio de Protección India del Gobierno
Brasileño, apenas 10.000 indios de los bosques verán el año 1985.
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La muerte del Sumo Sacerdote
Cuando un hombre no tiene mucho que perder y todos los Caminos hacia el futuro
parecen cegados, se vuelve hacia el pasado. Esto es lo que yo he hecho al revelar
el secreto de! pueblo más antiguo sobre la Tierra. Pero los Blancos Bárbaros no
creyeron en mis palabras. Como hormigas que todo lo destruyen, nos arrebatan la
poca tierra que aún nos queda. Y de este modo los Ugha Mongulala se están
preparando para su extinción. Porque el final está cerca; el círculo se está
cerrando. La tercera Gran Catástrofe se acerca. Entonces regresarán los Dioses,
tal y como está escrito en la crónica:
«¡Ay de nosotros! El final está cerca. Hemos llegado a una triste situación. ¿Qué
es lo que los Senadores Escogidos han hecho para caer tan bajo? Oh, que los
Maestros Antiguos regresen.» Así hablaban los hombres en el consejo supremo.
Hablaban con tristeza y con pena, con suspiros y con lágrimas. Porque el tiempo
se acercaba a su conclusión. Nubes negras cubrían el sol. Un velo ensombrecía la
estrella de la mañana. Y el Sumo Sacerdote se inclinó ante el espejo dorado. Así
fue cómo habló en el Gran Templo del Sol: «¿Quiénes son estas personas?
¿Quién las envía? ¿De dónde vienen? Verdaderamente, nuestros corazones están
pesarosos, porque lo que ellos hacen es malvado. Sus pensamientos son crueles.
Sus existencias, llenas de amenaza. Pero si nos fuerzan a luchar, lucharemos.
Lanza en mano, confiando en el arco y en la flecha, moriremos como los servi-
dores de los Maestros Antiguos, que pronto regresarán para vengarnos».
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En el año 12.452 (1971), unas pocas lunas después de mi regreso a Akakor, los