Page 212 - Vive Peligrosamente
P. 212

caza cuyas culatas nevaban incrustaciones de plata, y un gran número de
          pistolas adornadas con incrustaciones de oro.
            Fue elegido un campo de aviación de Crimea para despegar. La pista de
          despegue era tan corta,  que hubimos  de suprimir el exceso de peso,
          quedando limitado el  armamento  de nuestros hombres  a lo más
          imprescindible. También  tuvimos que esperar a  que el tiempo fuese
          apropiado para el despegue y aprovechar las noches oscuras para volar
          sobre territorio ruso.
            Cuando todo estuvo dispuesto, comprobamos que los aviones estaban
          demasiado cargados a pesar de nuestras precauciones; nos lo demostró el
          hecho de que, como consecuencia de haber llovido  y estar la  pista de
          despegue  mojada, bajo ellos se había reblandecido. No nos quedó más
          remedio que dejar en tierra parte de nuestro equipo, decidiendo se enviara
          en otro viaje. Finalmente, todo estuvo a punto. Y  el primer grupo salió
          rumbo a su incierto destino. Pasamos catorce horas de agonía hasta que nos
          negó la  noticia de que el primer lanzamiento de paracaidistas se había
          efectuado de forma satisfactoria.
            Como la primera revuelta debía producirse como consecuencia de
          ciertos  manejos políticos, fuimos privados de la  dirección de aquella
          primera e importantísima misión, que fue nevada por un grupo político de
          la Sección VI, que estaba a las órdenes de un nombrado doctor, von Gräfe.
          Sólo se reclamaban los servicios de nuestro grupo, el VI–S, cuando había
          que efectuar el lanzamiento de una nueva remesa de material o bien de un
          grupo de hombres.
            Confieso sinceramente que no me gustaba nada tener que instruir a un
          cierto número de hombres y que, luego, fuesen colocados bajo el mando de
          otro en el mismo instante de la acción, cuando sus vidas estarían en peligro.
          Me sentía responsable de ellos. Pero no podía prestarles ayuda. Tan sólo en
          algunas ocasiones, rarísimas, se me permitía asistirles con ayuda positiva.
            En este estado de cosas pasé el tiempo anterior al verano de 1943. La
          situación en nuestros frentes era bastante negra. Pude darme cuenta por las
          objeciones, cada vez más difíciles de vencer, que se ponían a mi trabajo de
          selección, pues ninguna unidad quería poner a mi disposición los soldados
          y el material que necesitaba.
            El grupo de paracaidistas que se  lanzó en Irán  cumplió su  misión
          bastante, satisfactoriamente. Consiguió reunirse con las tribus sublevadas y
          logró su colaboración. Pero no nos fue posible facilitarles toda la ayuda
          necesaria, ya que no estábamos en disposición de mandarles los hombres y
   207   208   209   210   211   212   213   214   215   216   217