Page 222 - Vive Peligrosamente
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A pesar de que presumo de ser buen fisonomista, me resulta imposible
describir al almirante Canaris. Sólo recuerdo de el que era un hombre de
mediana estatura, algo fuerte de constitución, y que tenía la cabeza
completamente calva; y de su rostro, sus vidriosos ojos azules, que nunca
miraban a la persona que se encontraba frente a ellos y parecían perderse en
la lejanía. Todo demostraba que era un peligroso contrincante; un hombre
que nunca dejaba traslucir lo que pensaba. Era extremadamente escurridizo
y sabía desviar la conversación, de una forma casi imperceptible, cuando
seguía unos derroteros que no le interesaban.
Sin embargo, como yo soy muy obstinado, empleé tres horas para
convencerle de que pusiera a nuestra disposición los once oficiales de la
División "Brandenburg" que se me habían ofrecido para colaborar con
nosotros.
Pero Canaris esgrimía un sinfín de objeciones para contrarrestar mis
argumentos. Hasta llegó a inventarse unos nuevos cuando se encontró en
una difícil disyuntiva. Finalmente, conseguí ponerle entre la espada y la
pared, pues no encontró nuevos argumentos para rebatir los míos, y acabó
aceptando fueran traslada dos los hombres que me interesaban. Pero la
entrevista fue muy difícil y puso en tensión mis excitados nervios. No
obstante cuando un oficial subalterno más directo se dispuso a dar las
órdenes pertinentes al caso, me di cuenta, ¡con asombro!, de que el
almirante oponía nuevas objeciones aplazando la fecha de la promesa que
me había hecho.
Esperé un tiempo prudencial, ¡unos cuantos meses!, y cuando no pude
aguardar más, conseguí que "mis" once hombres de la División
"Brandenburg" entrarán a formar parte de nuestra Unidad en 1943,
empleando otros métodos.
A mi regreso a nuestra base, completamente decepcionado como
consecuencia de mi entrevista con Canaris, no pude dejar de hablar sobre
ella con Radl, mi colaborador más allegado. Recuerdo que le dije:
"El almirante Canaris es el adversario más difícil con el que me he
enfrentado en el transcurso de mi vida. Me parece un hombre imposible; no
se le puede comprender. Por ello, no pude formarme una opinión sobre él.
No niego que sea la persona indicada para ostentar el cargo de jefe de una
Sección de nuestro Servicio. Sus ojos dejan entrever la inteligencia de su
cerebro, pero impiden formamos una idea de lo que piensa. No ignoro que
si ponemos nuestro dedo sobre un espacio en blanco lo atravesamos, pero
cuando lo retiramos no encontramos ningún vestigio. Usa una táctica