Page 218 - Vive Peligrosamente
P. 218
que también cayeron en nuestras manos, nos orientaron sobre los principios
en que podíamos basar nuestros propios modos de instrucción.
Igualmente tuve ocasión de conocer en Holanda a los, así llamados,
"agentes dobles". Eran muchos ingleses que habían caído en nuestras
manos, los cuales no pusieron objeción a "cambiar de camisa", haciendo un
trabajo doble. Este consistía en simular que seguían trabajando para el
enemigo, pero dándoles la información que nosotros considerábamos
conveniente. Tal cosa me dio la certeza de que ciertos servicios de
importancia sólo podían ser efectuados por hombres que se ofreciesen
voluntarios; hombres dispuestos a dar su vida por la patria, por su pueblo y
por los ideales que les animaban a aceptar tan difícil como peligrosa
misión.
Sólo de tal forma podía yo sentirme seguro de ellos y de que se
cumpliese la empresa que había puesto en sus manos. No cabe duda de que
todo hombre al que no importa poner precio a su propia vida, es de una
confianza dudosa. Pero ello no quiere decir que no existan excepciones que
confirman la regla...
También tuve ocasión de enterarme de que acabábamos de iniciar un
"juego radiofónico" con Inglaterra. Teníamos a nuestra disposición más de
diez emisoras de radio que utilizaban sus correspondientes frases en clave.
Con su ayuda, y con la de los agentes que tenían a su cargo el manejo de las
mismas, entablamos ciertas "negociaciones radiofónicas" con los ingleses,
que tenían lugar de una forma periódica y continuada. Para ello formamos
una organización, con sede en Holanda, que tenía a su servicio varios
cientos de personas. Sin embargo, la organización no se mostraba activa en
ninguna parte, lo que motivaba que nosotros esperásemos el momento
oportuno para atacar por nuestra cuenta y riesgo. No nos equivocábamos al
actuar de tal forma, ya que nos habíamos dado cuenta de que obteníamos
mejores resultados que por medio del "juego radiofónico".
Los informes que pusieron a mi disposición me dieron a conocer que las
"escuelas" de los agentes secretos británicos disponían de un nuevo tipo de
pistolas dotadas de silenciador. Nosotros los alemanes no disponíamos de
tal clase de arma, considerada por aquel entonces revolucionaria. Tampoco
habíamos hallado ninguna de ellas en los países ocupados. De pronto, se
me ocurrió una idea:
"¿Por qué no empleamos nuestro "juego radiofónico" para que los
ingleses pongan en nuestras manos una de sus pistolas dotadas de
silenciador?"