Page 225 - Vive Peligrosamente
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informe mensualmente sobre la marcha de los preparativos y sobre la
posible fecha en que se podrá llevar a efecto la operación".
Dicha orden "aterrizó" sobre mi escritorio como si proviniera del otro
mundo.
Tras innumerables conciliábulos con todos los técnicos y entendidos en
la materia, llegamos a dos importantísimas conclusiones:
En primer lugar, los altos hornos de Magnitogorsk y las fábricas que los
rodeaban no nos ofrecían ninguna posibilidad de ataque, porque carecíamos
de datos sobre ellos. Ello implicaba que no nos quedaba más remedio que
perder varios meses recopilando los datos que nos faltaban.
En segundo lugar, no veíamos la forma en que los "pobres
saboteadores" podrían transportar la inmensa cantidad de explosivos que se
necesitaban para realizar tan magna empresa hasta una zona que,
precisamente por ser considerada de vital importancia, estaría
estrechamente vigilada.
Pero... ¿cómo podíamos poner objeciones a una personalidad que estaba
tan por encima de nosotros?
Cuando dije que expondría aquellos dos importantísimos puntos por
escrito y que los mandaría "hacia arriba", mis colaboradores se rieron en
mis propias narices. Me llamaron novato y me informaron de la forma
como debía comportarme en semejantes ocasiones. Se empeñaron en
hacerme comprender el modo adecuado de actuar y que sólo era uno: los
intrincados senderos de la diplomacia. Me dijeron que debía simular que
estaba entusiasmado con la orden que acababa de recibir y dar
mensualmente un informe sobre los planes que iba trazando para cumplirla;
y que sólo podría ir diciendo la verdad con "cuentagotas", cuando a los de
"arriba" se les hubiese pasado la euforia.
Todo aquel que no consigue que la orden recibida vaya siendo olvidada
poco a poco no puede ser considerado buen diplomático. Pero si lo
consigue, se le considera un colaborador ideal digno de toda confianza.
Schellenberg, que me había pasado la orden, me habló de tal forma
abriéndome los ojos y haciéndome comprender la realidad. Necesitamos un
año y medio para desbaratar dicha orden que nunca habríamos logrado
ejecutar.
Poco a poco fui familiarizándome con lo que se conocía con el nombre
de "actos de sabotaje militar" y "operaciones de comandos llevadas a cabo
por medio de agentes". Como soldado que era, me decidí por los comandos.
Pero tuve que convencerme de que Alemania no podía ser considerada