Page 228 - Vive Peligrosamente
P. 228
aguantar más tiempo. Me dirigí a la cabina telefónica y marqué el número
de mi despacho. Mi secretaria estaba a punto de sufrir un ataque de nervios.
Me informó de que todo el mundo me buscaba desde hacía dos horas.
Seguidamente me dijo:
–Le han mandado llamar del Cuartel General del Führer. Han puesto a
su disposición un avión, que debe despegar del aeródromo de Tempelhof a
las siete en punto.
Comprendí su estado de ánimo, porque nunca, hasta entonces, me
habían llamado desde el Cuartel General del propio Hitler.
Intenté ocultar lo mejor que pude el nerviosismo que me embargaba, y
ordené:
–Diga usted a Radl que suba en seguida a mi habitación, que ponga en
una maleta un uniforme, ropa interior limpia, mis efectos de tocador y que,
acto seguido, se apresure a presentarse en el aeropuerto. Pero, ¡repítale que
no se olvide de nada! ¿No le han informado sobre la causa de la llamada?
Mi secretaria me contestó desde el otro lado del hilo telefónico:
–No sabemos absolutamente nada. Radl está dispuesto a cumplir su
orden en el acto. No se preocupe, no se olvidará de nada.
Me apresuré a despedirme de mi amigo vienés, aunque pude darme
cuenta de que se sentía muy impresionado por el hecho de que me hubieran
mandado llamar desde el Cuartel General. Me deseó mucha suerte y apretó
mi mano fuertemente.
En tanto marchaba en mi coche por las calles de Berlín camino del
aeropuerto, estudié detenidamente todas las posibilidades: "¿Acaso me
habrían mandado llamar a causa de la Operación 'Franz'?" "No; no podía
ser..." "¿Requerían mi presencia para completar ciertos detalles sobre la
Operación 'Ulm'?" "Tal vez se trataba de ello". Pero no podía imaginarme
lo que podría hacer yo en el Cuartel General.
No tenía más remedio que tener paciencia. Y esperar...
Mi ayudante se encontraba ya en el aeropuerto, cargado con una maleta
y mi cartera de documentos. Me metí apresuradamente en el lavabo de
caballeros para cambiar mi traje civil por el uniforme militar. Karl Radl
comentó conmigo una reciente noticia radiofónica que había anunciado un
cambio de gobierno en Italia. Pero no la relacioné con mi viaje al Cuartel
General.
Alcanzamos la pista de despegue, en la que encontramos preparado un
"Junker 52". ¡Vaya lujo; un imponente avión puesto a mi exclusiva