Page 271 - Vive Peligrosamente
P. 271

afanaban en restablecer las comunicaciones, bastante destruidas. Tendieron
          unos cables suplementarios  y, pasadas unas cuantas horas, los mayores
          desperfectos estaban reparados.
            Tuve que trasladarme a Roma, en compañía de mi ayudante, a fin de
          tener varias entrevistas con algunos oficiales italianos que, así me acababa
          de enterar, planeaban la liberación  de Mussolini.  Deseaba conocer sus
          planes, pues quería evitar que los de ellos se interfirieran en los míos y nos
          molestásemos mutuamente. Pude darme cuenta de que estaban cargados de
          buenas intenciones pero que no tenían tantas "bazas" como nosotros.
            Mientras tanto había oscurecido. Viajaba en coche a través de las calles
          de Roma; me dirigía a recoger a mi ayudante a uno de los centros alemanes
          que había ido a visitar. Iba distraído hasta que, de pronto, me di cuenta de
          que el público se reunía ante varios altavoces. Yo pasaba entonces por la
          Vía Vittorio Véneto. La masa de gente que pululaba por las calles era tan
          densa que apenas podía avanzar. Comprobé que las informaciones lanzadas
          a través de los altavoces eran recibidas con un intenso griterío. Oí varios
          gritos de:
            –Viva il Re!
            Observé cómo varias mujeres se abrazaban y besaban, y que un grupo
          de gente gesticulante discutía airadamente. Paré el coche y me enteré de
          una noticia nada satisfactoria:
            –¡El Gobierno italiano acaba de capitular!
            No podía existir una situación más crítica para nuestras tropas. El paso
          que acababa de dar el Gobierno italiano no nos cogía desprevenidos. Pero...
          ¡No contábamos con la fecha! Me di cuenta de que la nueva  situación
          entorpecería, o desbarataría, los planes que habíamos trazado; que
          dificultaría con creces la misión que me había llevado a Italia.
            Encontré a Radl en la embajada alemana.
            Más tarde me enteré de que el general Dwight Eisenhower, a las 18,30
          horas, había notificado, por Radio Argel, la capitulación de Italia; él fue el
          primero en lanzar tal noticia, para nosotros de vital importancia. El hecho
          de que, pocas horas después, el Gobierno de Badoglio transmitiera la
          misma noticia a través de todas las emisoras, me daba a entender que los
          aliados habían presionado sobre los italianos, por lo  menos en cuanto al
          tiempo de la difusión de la noticia.
            Los aliados habían preparado su ataque a Salerno para la noche del 8 al
          9 de septiembre de 1943 y estaban decididos a pasar a la acción, costase lo
          que costase. Aquel plan, igual que el  bombardeo de Frascatti, tenía por
   266   267   268   269   270   271   272   273   274   275   276