Page 277 - Vive Peligrosamente
P. 277

contentarnos con copias corrientes del tamaño de catorce por catorce
          centímetros.
            Reconocí  fácilmente el triángulo  de hierba que tanto llamara  mi
          atención cuando volamos sobre nuestro objetivo. Lo elegí como punto de
          nuestro aterrizaje y tracé mis planes contando con él.
            Con el fin de asegurarme la retirada en caso de apuro y para facilitarme
          el regreso, decidí contar con un batallón de paracaidistas, que debía llegar
          al valle en el transcurso de la noche y estar preparado para ocupar, a la hora
          X, la estación del teleférico.
            La conversación que sostuve con el  general Student fue satisfactoria
          para mis planes. Me dijo que estaba muy preocupado con mi idea; que veía
          claramente sus aspectos negativos, pero que no me quedaba otra alternativa
          si no quería que mi empresa se resolviera en un rotundo fracaso.
            Llegados a este punto, pusimos en antecedentes de nuestro proyecto al
          jefe del Estado Mayor del Cuerpo al que pertenecíamos, así como al del
          Cuerpo de Paracaidistas IA, que debían ayudarnos a realizar mi plan en su
          condición  de expertos. Ambos  me  opusieron innumerables objeciones;
          compartían la opinión  de que la  operación aérea,  lanzada desde aquella
          altura y sin una previa preparación, sin disponer de un campo de aterrizaje
          apropiado, jamás había sido planeada  ni ejecutada, por lo  que,  desde el
          punto de vista estrictamente técnico, era imposible de ser llevada a efecto.
          Creían que mi plan de lanzamiento ocasionaría, como mínimo, un ochenta
          por ciento de bajas, lo  que haría que las tropas restantes resultaran
          demasiado débiles para sostener un combate, siendo, por tanto, mínimas
          nuestras posibilidades de éxito.
            No obstante, no me dejé convencer. Reconocí los peligros que corría;
          pero hice hincapié en el hecho de que toda empresa debía ser puesta en
          práctica por primera vez en alguna ocasión, no pudiendo saberse, en caso
          contrario, si resultaba factible.
            También dije que si se preparaba la operación detenidamente y se tenían
          en cuenta todos los riesgos, podríamos evitar  grandes pérdidas. La
          velocidad de descenso de los planeadores debía mantenerse dentro de unos
          límites soportables. Seguidamente, añadí:
            –Estoy dispuesto a  aceptar de ustedes cualquier proposición que  me
          parezca más viable.
            Después de un sinfín de cavilaciones, el general Student decidió apoyar
          mi plan diciendo:
   272   273   274   275   276   277   278   279   280   281   282