Page 79 - Vive Peligrosamente
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farmacéuticos e ingenieros. El primer contacto de camaradería suele
perdurar siempre. Cuando daba la casualidad, en el curso de los
muchísimos días de guerra que siguieron a aquel primer contacto, de que
me encontraba con alguno de los que habían compartido conmigo aquella
primera época en el cuartel, los dos sentíamos una gran alegría por
volvemos a ver.
Se decidió que recibiéramos una corta instrucción de reclutas, la cual
debía ser muy intensiva. Cuando estuviésemos convenientemente
instruidos, se nos enviaría a los destinos para los que habíamos sido
seleccionados.
En algunas ocasiones nos resultaba muy difícil poder competir con los
reclutas que contaban con dieciséis o dieciocho años. Debíamos apelar a
una gran fuerza de voluntad para no quedar rezagados. Fuimos
"exprimidos" al máximo. Aquel período me preparó magníficamente para
poder hacer frente al futuro.
En aquella etapa de instrucción, muchas "cabezas duras" nos jugaron la
mata pasada de darnos un "exagerado" trato prusiano. Pero quiero ser justo
y, por ello, debo decir que lo manifestado anteriormente se refiere al
comportamiento de una minoría. Al paso del tiempo me he encontrado con
un número tan elevado de gente maravillosa que me mandaba, que mis
desagradables experiencias del principio fueron borradas. Y si las expongo
es, solamente, para atenerme estrictamente a la verdad y porque llamaron
mi atención más que a otros, debido a que ya era un hombre maduro.
Muchos soldados, de otros ejércitos y países, me han afirmado que
también ellos pasaron por semejante experiencia.
Era asombroso comprobar lo fácilmente que nos acostumbrábamos a la
vida de cuartel; con qué facilidad olvidábamos nuestras costumbres civiles
y muchas de nuestras costumbres particulares. Nos fundimos plenamente
con la masa anónima formada por los soldados. Sin embargo, echaba en
falta mi pasión por las discusiones. Aunque, en realidad, no perdí tal
costumbre hasta el final de la guerra; y en muchas ocasiones me fue
reprochada por mis superiores.
Entre los oficiales y suboficiales de mi batallón había varios que
acababan de intervenir en la guerra de Polonia. Muchas noches, cuando nos
reuníamos en nuestra habitación, contaban sus recuerdos de la campaña. A
pesar de que todos ellos se sintieran entusiasmados por la aventura que
habían vivido y orgullosos de haber empuñado las armas para cumplir un
deber, incluso felices por la rápida victoria alcanzada por los alemanes, no