Page 22 - El Misterio de Belicena Villca
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sido ni los jefes ni los combatientes directos en la Batalla de la Atlántida: en la
guerra moderna sus funciones serían las propias de los “analistas de Estado
Mayor”...; salvo que aquellos “analistas” no disponían de las elementales
computadoras electrónicas programadas con “juegos de guerra”, como los
modernos, sino de un instrumento incomparablemente más perfecto y temible: el
cerebro humano especializado hasta el extremo de sus posibilidades. En
resumen, cuando se produce el desembarco continental, una fase de la Guerra
Esencial ha terminado: los jefes se han retirado a sus puestos de comando y los
combatientes directos, que han sobrevivido al aniquilamiento mutuo, padecen
diversa suerte: algunos intentan reagruparse y avanzar hacia una vanguardia que
ya no existe, otros creen haber sido abandonados en el frente de batalla, otros
huyen en desorden, otros acaban por extraviarse o terminan olvidando la Guerra
Esencial. En resumen, y empleando ahora el lenguaje con que los Atlantes
blancos hablaban a los pueblos continentales, “los Dioses habían dejado de
manifestarse a los hombres porque los hombres habían fallado una vez más: no
resolvieron aquí el conflicto, planteado a escala humana, dejando que el
problema regresase al Cielo y enfrentase nuevamente a los Dioses. Pero los
Dioses se habían enfrentado por razón del hombre, porque unos Dioses querían
que el Espíritu del hombre regresase a su Origen, más allá de las estrellas,
mientras que otros pretendían mantenerlo prisionero en el mundo de la materia”.
Los Atlantes blancos estaban con los Dioses que querían liberar al hombre
del Gran Engaño de la Materia y afirmaban que se había luchado reciamente por
alcanzar ese objetivo. Pero el hombre fue débil y defraudó a sus Dioses
Liberadores: permitió que la Estrategia enemiga ablandase su voluntad y le
mantuviese sujeto a la Materia, impidiendo así que la Estrategia de los Dioses
Liberadores consiguiese arrancarlo de la Tierra.
Entonces la Batalla de la Atlántida concluyó y los Dioses se retiraron a sus
moradas, dejando al hombre prisionero de la Tierra pues no fue capaz de
comprender su miserable situación ni dispuso de fuerzas para vencer en la lucha
por la libertad espiritual. Pero Ellos no abandonaron al hombre; simplemente, la
Guerra ya no se libraba en la Tierra: un día, si el hombre voluntariamente
reclamaba su lugar en el Cielo, los Dioses Liberadores retornarían con todo su
Poder y una nueva oportunidad de plantear la Batalla sería aprovechada; sería
esta vez la Batalla Final, la última oportunidad antes de que los Dioses
regresasen definitivamente al Origen, más allá de las estrellas; entretanto, los
“combatientes directos” por la libertad del Espíritu que se reorientasen en el
teatro de la Guerra, los que recordasen la Batalla de la Atlántida, los que
despertasen del Gran Engaño, o los buscadores del Origen, deberían librar en la
Tierra un durísimo combate personal contra las Fuerzas Demoníacas de la
Materia, es decir, contra fuerzas enemigas abrumadoramente superiores... y
vencerlas con voluntad heroica: sólo así serían admitidos en el “Cuartel
General de los Dioses”.
En síntesis, según los Atlantes blancos, “una fase de la Guerra Esencial
había finalizado, los Dioses se retiraron a sus moradas y los combatientes
estaban dispersos; pero los Dioses volverían: lo probaban las presencias atlantes
allí, construyendo y preparando la Tierra para la Batalla Final. En la Atlántida, los
Atlantes morenos fueron Sacerdotes que propiciaban un culto a los Dioses
Traidores al Espíritu del hombre; los Atlantes blancos, por el contrario,
pertenecían a una casta de Constructores Guerreros, o Guerreros Sabios, que
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