Page 23 - El Misterio de Belicena Villca
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combatían en el bando de los Dioses Liberadores del Espíritu del hombre, junto a
                 las castas Noble y Guerrera de los hombres rojos y amarillos, quienes nutrieron
                 las filas de los ‘combatientes directos’. Por eso los Atlantes morenos intentaban
                 destruir sus obras: porque adoraban a las Potencias de la Materia y obedecían el
                 designio con que los Dioses Traidores encadenaron el Espíritu a la naturaleza
                 animal del hombre”.
                        Los Atlantes blancos provenían de la Raza que la moderna Antropología
                 denomina “de cromagnón”. Unos treinta mil años antes, los Dioses Liberadores,
                 que por entonces gobernaban la Atlántida, habían encomendado a esta Raza una
                 misión de principio, un encargo cuyo cumplimiento demostraría su valor y les
                 abriría las puertas de la Sabiduría:  debían expandirse por todo el mundo y
                 exterminar al animal hombre, al homínido primitivo de la Tierra que sólo poseía
                 cuerpo y Alma, pero carecía de Espíritu  eterno, es decir, a la Raza que la
                 Antropología ha bautizado como de “neanderthal”, hoy extinguida. Los hombres
                 de Cromagnón cumplieron con tal eficiencia esa tarea, que fueron
                 recompensados por los Dioses Liberadores con la autorización para reagruparse
                 y habitar en la Atlántida. Allí adquirieron posteriormente el Magisterio de la Piedra
                 y fueron conocidos como Guardianes de la Sabiduría Lítica y  Hombres de
                 Piedra. Así, cuando digo que “pertenecían  a una casta de Constructores
                 Guerreros”, ha de entenderse “Constructores en Piedra”, “Guerreros Sabios en la
                 Sabiduría Lítica”. Y esta aclaración es importante porque en su Ciencia sólo se
                 trabajaba con piedra, vale decir, tanto las herramientas, como los materiales de
                 su Ciencia, consistían en  piedra pura, con exclusión explícita de los metales.
                 “Los metales, explicarían luego a los iberos, representaban a las Potencias de la
                 Materia y debían ser cuidadosamente  evitados o manipulados con mucha
                 cautela”. Al transmitir la idea de que  la esencia del metal  era demoníaca, los
                 Atlantes blancos buscaban evidentemente infundir un tabú en los pueblos
                 aliados; tabú que, por lo menos en caso del hierro, se mantuvo durante varios
                 miles de años. Inversamente los Atlantes morenos, sin dudas por su particular
                 relación con las Potencias de la Materia, estimulaban a los pueblos que les eran
                 adictos a practicar la metalurgia y la orfebrería, sin restricciones hacia ningún
                 metal.
                        Y éste es el segundo principio que  hay que tener presente, Dr. Arturo
                 Siegnagel: los Atlantes blancos encomendaron a los iberos que los habían
                 apoyado en las construcciones megalíticas una misión que puede resumirse en la
                 siguiente forma: proteger las construcciones megalíticas y luchar a muerte
                 contra los aliados de los Atlantes morenos. Estos últimos, por su parte,
                 propusieron a los iberos que los secundaban una misión que podría formularse
                 así:  “destruir las construcciones megalíticas; si ello no fuese posible,
                 modificar las formas de las piedras hasta neutralizar las funciones de los
                 conjuntos; si ello no fuese posible,  grabar en las piedras los signos
                 arquetípicos de la materia correspondientes con la función a neutralizar; si
                 ello no fuese posible, distorsionar al  menos el significado bélico de la
                 construcción convirtiéndola en monumento funerario; etc.”; y: “combatir a
                 muerte a los aliados de los Atlantes blancos”.
                        Como dije antes, luego de imponer  estas “misiones” los Atlantes
                 continuaban su lento avance hacia el Este; los blancos siempre seguidos a
                 prudente distancia por los morenos. Es por eso que los morenos tardaron miles
                 de años en alcanzar Egipto, donde se  asentaron e impulsaron una civilización

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