Page 27 - El Misterio de Belicena Villca
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serpiente: ¡con el Signo del Origen,  comprende a la serpiente, y serás
                 nuevamente libre en el Origen!”.
                        Así, pues, la Sabiduría consistía en comprender a la serpiente, con el
                 Signo del Origen. De aquí  la importancia del legado que los Atlantes blancos
                 concedían por el Pacto de Sangre: la Sangre Pura, sangre de los Dioses, y la
                 Piedra de Venus, en cuya concavidad se observaba el Signo del Origen. Esa
                 herencia, sin duda alguna, podía salvar al Espíritu si “con el Signo del Origen se
                 comprendía a la serpiente”, tal como ordenaban los Dioses. Pero concretar la
                 Sabiduría de la Liberación del Espíritu no sería tarea fácil pues en la Piedra de
                 Venus no estaba plasmado de ningún modo el Signo del Origen: sobre ella,
                 en su concavidad, sólo se lo podía  “observar”. Y lo veía allí solamente quien
                 respetaba el Pacto de Sangre pues, en verdad, lo que existía como herencia
                 Divina de los Dioses era un Símbolo del Origen en la Sangre Pura: el Signo
                 del Origen, observado en la Piedra de Venus, era sólo el reflejo del Símbolo
                 del Origen presente en la Sangre Pura de los Reyes Guerreros, de los
                 Guerreros Sabios, de lo Hijos de los Dioses, de los Hombres Semidivinos
                 que, junto a un cuerpo animal y a un Alma material, poseían un Espíritu
                 Eterno. Si se traicionaba el Pacto de Sangre, si la sangre se tornaba impura,
                 entonces el Símbolo del Origen se debilitaría y ya no podría ser visto el Signo del
                 Origen sobre la Piedra de Venus: se perdería así la posibilidad de “comprender a
                 la serpiente”, la máxima Sabiduría, y con ello la oportunidad, la última
                 oportunidad, de incorporarse a la Guerra Esencial. Por el contrario, si se
                 respetaba el Pacto de Sangre, si se conservaba la Sangre Pura, entonces la
                 Piedra de Venus podría ser  denominada con justeza  “espejo de la Sangre
                 Pura” y quienes observasen sobre ella el Signo del Origen serían “Iniciados en
                 el Misterio de la Sangre Pura”, verdaderos Guerreros Sabios.

                        Los Atlantes blancos afirmaban que su avance continental estaba guiado
                 directamente por un Gran Jefe Blanco al que llamaban Navután. Ese Jefe al que
                 sólo ellos veían, y por el que expresaban un profundo respeto y veneración, tenía
                 fama de haber sido quien reveló a los  mismos Atlantes blancos el Signo del
                 Origen. Naturalmente, el Signo del Origen sería incomunicable puesto que sólo
                 puede ser visto por quien posee  previamente, en su sangre, el Símbolo del
                 Origen. La Piedra de Venus, el Espejo de la Sangre Pura, permitía justamente
                 obtener afuera un reflejo del Símbolo del Origen: pero aquel reflejo, el Signo del
                 Origen, no podía ser comunicado ni por Iniciación ni por ninguna otra función
                 social si el receptor carecía de la herencia del Símbolo del Origen. Inclusive entre
                 los Atlantes blancos hubo un tiempo en el que sólo unos pocos, individualmente,
                 lograban conocer el Símbolo del Origen. La dificultad estribaba en la
                 imposibilidad de establecer una correspondencia entre lo Increado y lo Creado:
                 era como si la materia fuese impotente para reflejar lo Increado. De hecho, las
                 Piedras de Venus habían sido  modificadas estructuralmente por los Dioses
                 Liberadores para que cumpliesen su función. Con el propósito de resolver este
                 problema y de dotar a su Raza de la  Más Alta Sabiduría, mayor aún que la
                 Sabiduría Lítica conocida por ellos, Navután había descendido al Infierno. Por lo
                 menos eso era lo que contaban los Atlantes blancos. Aquí, luchó contra las
                 Potencias de la Materia pero no consiguió  obligarlas a reflejar el Símbolo del
                 Origen para que fuese visto por todos los miembros de su Raza. Al parecer fue


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