Page 26 - El Misterio de Belicena Villca
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Individualmente  dependía de la  voluntad puesta en regresar al Origen y de la
                 orientación con que esa voluntad se dirigiese hacia el Origen: cada uno podría
                 irse en cualquier momento y desde cualquier lugar si adquiría la Sabiduría
                 procedente de la voluntad de regresar y de la orientación hacia el Origen; el
                 combate contra las Potencias de la Materia tendría que ser resuelto, en este
                 caso, personalmente: ello constituiría una hazaña del Espíritu y sería tenido en
                 alta estima por los Dioses Liberadores. Colectivamente, en cambio, la Sabiduría
                 de la Liberación del Espíritu, la que  haría posible la partida de todos los
                 Guerreros Sabios hacia K'Taagar y, desde allí, hacia el Origen, sólo se obtendría
                 cuando el teatro de operaciones de la Guerra Esencial se trasladase nuevamente
                 a la Tierra: entonces los Dioses Liberadores volverían a manifestarse a los
                 hombres para conducir a las Fuerzas del Espíritu en la Batalla Final contra las
                 Potencias de la Materia. Hasta entonces, los Guerreros Sabios deberían cumplir
                 eficazmente con la misión y prepararse para la Batalla Final: y en ese entonces,
                 cuando fuesen convocados por los Dioses para ocupar su puesto en la Batalla,
                 les tocaría a los Guerreros Sabios en  conjunto demostrar la Sabiduría del
                 Espíritu. Tal como afirmaban los Atlantes blancos, ello sería inevitable si los
                 pueblos nativos cumplían su misión y  respetaban el Pacto de Sangre pues,
                 “entonces”, la Máxima Sabiduría coincidiría con la Más Fuerte Voluntad de
                 regresar al Origen, con la Mayor Orientación hacia el Origen, con el Más
                 Alto Valor resuelto a combatir contra las Potencias de la Materia, y con la
                 Máxima Hostilidad Espiritual hacia lo no espiritual.
                        Colectivamente, pues, la máxima Sabiduría se revelaría al final, durante la
                 Batalla Final, en un momento que todos los Guerreros Sabios reconocerían
                 simultáneamente ¿Cómo? la oportunidad sería reconocida directamente con
                 la Sangre Pura, en una percepción interior, o mediante la “Piedra de
                 Venus”.
                        A los Reyes Guerreros de cada pueblo aliado, es decir, a sus
                 descendientes, los Atlantes  blancos legaban también una  Piedra de Venus,
                 gema semejante a una esmeralda del  tamaño del puño de un niño. Aquella
                 piedra, que había sido traída a la Tierra por los Dioses Liberadores, no estaba
                 facetada en modo alguno sino finamente pulida, mostrando sobre un sector de la
                 superficie una ligera concavidad en cuyo centro se  observaba el Signo del
                 Origen. De acuerdo con lo que los Atlantes blancos revelaron a los Reyes
                 Guerreros, antes de la caída del Espíritu extraterrestre en la Materia, existía en la
                 Tierra un animal-hombre extremadamente primitivo, hijo del Dios Creador de
                 todas las formas materiales: tal animal hombre poseía esencia anímica, es decir,
                 un Alma capaz de alcanzar la inmortalidad, pero carecía del Espíritu eterno que
                 caracterizaba a los Dioses Liberadores o al propio Dios Creador. Sin embargo, el
                 animal hombre estaba destinado a obtener evolutivamente un alto grado de
                 conocimiento sobre la Obra del Creador, conocimiento que se resumía en el
                 Signo de la Serpiente; con otras palabras,  la serpiente representaba el más
                 alto conocimiento para el animal hombre. Luego de protagonizar el Misterio de
                 la Caída, el Espíritu vino a quedar incorporado al animal hombre, prisionero de la
                 Materia, y surgió la necesidad de su liberación. Los Dioses Liberadores, que en
                 esto se mostraron tan terribles como el maldito Dios Creador Cautivador de los
                 Espíritus, sólo atendían, como se dijo, a quienes disponían de voluntad de
                 regresar al Origen y exhibían orientación hacia el  Origen; a esos Espíritus
                 valientes, los Dioses decían: “has perdido el Origen y eres prisionero de la

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