Page 249 - El Misterio de Belicena Villca
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Viena y ajustar las cuentas allí mismo con los partidarios de los Golen: a la sazón
                 llegó hasta Lyon con su hermano Carlos, sus hijos, y un poderoso regimiento de
                 Caballeros. Al fin, el 22 de Marzo de 1312, se votó la extinción de la Orden y la
                 confiscación de todos sus bienes en favor de la Orden de Hospitalarios de San
                 Juan, de la Iglesia, y del Reino de Francia. No obstante, existían tantas dudas
                 sobre el acuerdo del Concilio, especialmente porque quienes habían votado en
                 secreto, negaban en público haberlo hecho, que el Papa se vio obligado a zanjar
                 la cuestión mediante un decreto: en la bula  Considerantes Dudum declara
                 abolida la Orden del Temple “de manera provisoria” hasta tanto no se expida de
                 modo definitivo el Tribunal del Santo Oficio, cosa que éste ya había hecho: “non
                 per modum definitivae sententiae, sed per modum provisionis…
                 apostolicae”.

                        La bula y el decreto del Concilio de Viena son remitidos a todos los países
                 cristianos para su ejecución: la Orden local debe ser extinguida, sus miembros
                 tomados prisioneros y procesados por  herejía. En Aragón,  los Caballeros se
                 fortifican y resisten, debiendo ser sometidos por Jaime II en campañas militares.
                 Los de Navarra, donde reinaba Felipe el Hermoso, se rinden sin chistar, al igual
                 que los de Castilla y Portugal. En todos  los casos, los que son absueltos, así
                 como las propiedades de la Orden, que eran muchas, pasan a integrar la Orden
                 del Hospital u otras Ordenes creadas para tal fin. En Huelva, el Castillo de
                 Aracena es desalojado y reemplazada  su guarnición con tropas portuguesas,
                 pero más adelante sería entregado a la Orden de Santiago; antes de partir, los
                 Golen sellan la entrada a la Caverna de Dédalo, donde un lago de betún
                 recordaría por siglos los infernales poderes de Bera y Birsa.
                        El Convento de la Rábida pasó entonces a la Orden de San Francisco.
                 Ello, sin embargo, no impidió que los Golen continuasen preparando la venida de
                 Quiblón, de acuerdo a las Ordenes de Bera y Birsa. Por el contrario, los Golen,
                 que consideraban a Rus Baal como el Santuario más sagrado de España,
                 dispusieron que el Convento fuese lugar de retiro y clausura para su plana mayor.
                 El Culto de la Virgen de los Milagros se había impuesto ya en una vasta región de
                 Andalucía, pero el que más fervor despertaba en la feligresía, era el Culto a la
                 Virgen de la Cinta, protectora de los marinos y propietarios de barcos, a quien se
                 consideraba patrona de Huelva. Esta afirmación popular de la Gran Madre Binah
                 se debía, sobre todo, a la incansable tarea de “purificación” efectuada por los
                 Templarios, pero que ahora sería continuada con no menos dedicación por los
                 frailes de San Francisco. Lo que habría de  ceder, en cambio, sería la lucha
                 abierta contra la Virgen de Agartha, dado que la momentánea pérdida de Poder
                 de los Golen les impediría sostenerla adecuadamente.
                        Estos cambios, como es natural, trajeron tranquilidad a los descendientes
                 de Vrunalda, pues la Caverna Secreta se vio libre,  por el momento, de las
                 acechanzas Golen. Ya en 1312, un Noyo se había instalado de manera
                 permanente frente a la Espada Sabia.

                        Los principales jefes Templarios, el Gran Maestre Jacobo de Molay y otros
                 tres Golen, continuaban prisioneros en la Casa del Temple de París. Durante tres
                 años se les aplicó sistemáticamente el tormento con el propósito de hacerles
                 confesar ciertos aspectos sutiles de  la organización templaria; dos datos
                 interesaban especialmente a los  Domini Canis: deseaban conocer las

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