Page 253 - El Misterio de Belicena Villca
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regiones están separadas  por una barrera llamada  umbral de conciencia. La
                 esfera de sombra guarda estrecha relación conceptual con la región de la psique
                 denominada  Inconsciente que define la  Psicología Analítica del Dr.  C. G.
                 Jung. La esfera de luz, es básicamente, la esfera de conciencia, donde discurre
                 la actividad del sujeto anímico consciente durante la vigilia. El Yo, que es
                 esencialmente una fuerza volitiva, nada tiene que ver con la naturaleza temporal
                 del sujeto anímico, pese a lo cual permanece sumido en éste, confundido en su
                 historia, artificialmente  temporalizado, en una palabra,  dormido. Por eso la
                 Sabiduría Hiperbórea distingue claramente entre dos formas del Yo: el  Yo
                 perdido y el Yo despierto. El Yo perdido es característico del hombre dormido,
                 del hombre extraviado en el Laberinto de Ilusión del  Gran Engaño: el  hombre
                 dormido es aquel animal hombre en cuya Alma está encadenado, sin saberlo,
                 un Espíritu Increado.
                        El Yo despierto, es propio del  hombre despierto, es decir, del animal
                 hombre cuyo Espíritu encadenado ha descubierto el Engaño y procura encontrar
                 el camino hacia el Origen, la salida del Laberinto. El hombre despierto, el Iniciado
                 Hiperbóreo es aquél capaz  de actuar según el “modo de vida estratégico” que
                 exige el Pacto de Sangre. Es decir,  aquél capaz de aplicar los principios
                 estratégicos de la  Ocupación, del  Cerco, y de la  Muralla Estratégica. Con
                 respecto al segundo principio, en lo que  toca a la Función Regia, dije el Día
                 Decimosexto: Felipe IV deberá “aplicar el principio del cerco en el espacio real
                 ocupado”. Según esto, parecería que el principio del Cerco radicase
                 exclusivamente en el hombre despierto, quien debería “aplicar” o “proyectar”
                 tal principio en el área ocupada; empero, de acuerdo al principio hermético: “El
                 microcosmos refleja al macrocosmos”, principio que, tal  como se vio en la
                 exposición de Bera y Birsa, es también cabalístico: Adam Harishón es el reflejo
                 de Adam Kadmón; ¿quiere decir esto que el principio del Cerco ha de estar
                 también presente en el macrocosmos, por ejemplo como una  ley de la
                 naturaleza? Si ocurriese así, tal vez se podría, al menos en teoría, detectar en
                 algún fenómeno característico una cierta  función cerco, que nos revelase por
                 otra vía, esta vez externa, el principio estratégico mencionado. Aunque puedo
                 adelantar que el resultado será negativo, es conveniente examinar tal posibilidad
                 de búsqueda externa pues su análisis permitirá comprender diversos aspectos
                 gnoseológicos y culturales que afectan al hombre.

                        Si aceptamos el principio hermético de equivalencia entre macrocosmos y
                 microcosmos nos resultará evidente que  todas las leyes del macrocosmos se
                 reflejan en leyes análogas del microcosmos. Pero tal correspondencia dista de
                 ser un mero reflejo pasivo entre estructuras. El hombre, al descubrir y formular
                 leyes, desequilibra esa relación y asume un papel destacado. Como
                 consecuencia de esa actitud dominante  aparece ahora, separando al Yo del
                 macrocosmos, un modelo cultural elaborado por un  sujeto cultural en base a
                 principios y conceptos de una estructura cultural. En la Sabiduría Hiperbórea,
                 Dr. Siegnagel, se definen y estudian estos tres elementos; sintéticamente, le diré
                 que el “sujeto cultural” es sólo el sujeto anímico al actuar dinámicamente sobre
                 una “estructura cultural” constituida en la “esfera de sombra” de la psique;
                 asimismo, cuando el sujeto anímico actúa en la “esfera racional”, se lo demonina
                 “sujeto racional”; y si se manifiesta  en la “esfera de conciencia”, “sujeto


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