Page 256 - El Misterio de Belicena Villca
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Plan. En estas circunstancias el Creador, anormalmente, interviene con todo Su
Poder para castigar al intrépido.
Podemos ahora distinguir entre un fenómeno de primer grado y un
fenómeno de segundo grado, atendiendo al grado de determinación que
involucra su manifestación. Debe comprenderse bien que en esta distinción el
acento se pone sobre las diferentes maneras con que el Demiurgo puede actuar
sobre un mismo fenómeno. Por ejemplo, en el fenómeno de una maceta
cayendo desde un balcón a la vereda, no podemos ver otra cosa que una
determinación de primer grado; decimos: “actuó la ley de gravedad”. Pero, si
dicha maceta cayó sobre la cabeza del hombre despierto, podemos suponer una
segunda determinación o, con rigor, una “segunda intención”; decimos: “actuó la
Voluntad del Creador”.
Al primer y segundo grado de determinación de un fenómeno se lo
denomina también, desde otro punto de vista, Primera y Segunda intención del
Creador.
En general, todo fenómeno es susceptible de manifestarse en primer y
segundo grado de determinación. Atendiendo a esta posibilidad convendremos lo
siguiente: cuando no se indique lo contrario, por “fenómeno”, se entenderá aquél
cuya determinación es puramente mecánica, es decir, de primer grado; en caso
contrario se aclarará, “de segundo grado” .
Sólo falta, ahora que distinguimos entre “los dos grados del fenómeno”,
aclarar la afirmación que hice al comienzo de este análisis de que toda ley de la
naturaleza, inclusive aquellas eminentes, describen el comportamiento causal de
fenómenos de primer grado de determinación. Es fácil comprender y aceptar esto
ya que cuando en un fenómeno interviene una determinación de segundo grado,
el sentido natural del encadenamiento mecánico ha sido enajenado
temporalmente en favor de una Voluntad irresistible. En ese caso el fenómeno ya
no será “natural” aunque aparente serlo, sino que estará dotado de una
intencionalidad superpuesta de neto carácter maligno para el hombre.
Por otra parte, el fenómeno de primer grado, se manifiesta siempre
completo en su funcionalidad, la cual es expresión directa de su esencia, y a la
que siempre será posible reducir matemáticamente a un número infinito de “leyes
de la naturaleza”. Cuando el fenómeno de primer grado es apreciado
especialmente por una ley de la naturaleza, la cual es eminente para uno pues
destaca cierto aspecto interesante, es evidente que no se está tratando con el
fenómeno completo sino con dicho “aspecto” del mismo. En tal caso debe
aceptarse el triste hecho de que del fenómeno sólo será percibida una Ilusión.
Mutilado sensorialmente, deformado gnoseológicamente, enmascarado
epistemológicamente, no debe extrañar que los indoarios calificaran de maya,
Ilusión, a la percepción corriente de un fenómeno de primer grado.
Plantearé ahora un interrogante, cuya respuesta permitirá encarar el
problema de la “preeminencia de las premisas culturales”, basado en las últimas
conclusiones: “si todo fenómeno de primer grado aparece necesariamente
completo (por ejemplo: a las 6 A.M. ‘sale el sol’)”, ¿cuál es el motivo específico de
que su aprehensión por intermedio del “modelo científico o cultural” impide tratar
con el fenómeno en su integridad, y circunscribe en torno de aspectos parciales
del mismo? (por ejemplo cuando decimos: “la rotación terrestre es la causa que
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