Page 257 - El Misterio de Belicena Villca
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ha producido el  efecto de que a las 6 A.M. el sol se haya hecho visible en el
                 horizonte Este”). En este último ejemplo es evidente que al explicar el fenómeno
                 por una “ley eminente” no se hace más que referir a ciertos aspectos parciales (la
                 “rotación terrestre”) dejando de lado –no viéndolo– al fenómeno mismo (“el Sol”).
                 La respuesta a la pregunta planteada lleva a tocar un principio fundamental de la
                 teoría epistemológica estructural: la relación que se advierte entre aspectos de
                 un fenómeno, cuantificable matemáticamente como “ley de la naturaleza”,
                 se origina en la preeminencia de premisas culturales a partir de las cuales
                 la razón modifica la percepción del fenómeno en sí.
                        Demás está decir que esto ocurre por el efecto “enmascaramiento” que la
                 razón causa en toda imagen reflexionada  por el sujeto consciente: la razón
                 “responde a la interrogación”, es decir, a las flexiones del sujeto consciente, en el
                 cual se halla sumido el Yo perdido. Como si se tratase de una fantasía, la
                 razón interpreta y conforma un esquema racional de la representación del ente
                 fenoménico, esquema cuya imagen se  superpone a la representación y la
                 enmascara, dotándola del significado proposicional que determinan las premisas
                 culturales preeminentes.

                        Cuando se efectúa una observación “científica” de un fenómeno las
                 funciones racionales se tornan preeminentes a cualquier percepción,
                 “destacando” con eminencia aquellos  aspectos interesantes o útiles y
                 “desluciendo” el resto (del fenómeno). De este modo la razón opera como si
                 enmascarara al fenómeno, previamente arrancado de la totalidad de lo real, y
                 presentara de él una apariencia “razonable” y siempre comprensible en el ámbito
                 de la cultura humana. Por supuesto que a nadie le importa que los fenómenos
                 queden, a partir de allí, ocultos tras su apariencia razonable; no si es posible
                 servirse de ellos, controlarlos, aprovechar su energía y dirigir sus fuerzas. Al fin y
                 al cabo una civilización científicotecnológica se edifica  sobre los fenómenos y
                 aún  contra ellos; ¿qué importa si una visión  racional del mundo recorta los
                 fenómenos percibidos  y nos enfrenta con una  realidad cultural, tanto más
                 artificial cuanto más ciegos estemos? ¿qué importa, repito, cuando tal ceguera
                 gnoseológica es el precio que se  debe pagar para disfrutar de las infinitas
                 variantes que, en términos de goce y confort, ofrece la civilización científica?
                 ¿Acaso acecha algún peligro que no podemos conjurar técnicamente, nosotros
                 que hemos eliminado muchas y antiguas enfermedades, que hemos prolongado
                 la vida humana y creado un hábitat urbano con un lujo nunca visto?
                        El peligro existe, es real, y amenaza a todos aquellos miembros de la
                 humanidad que poseen ancestros hiperbóreos; la Sabiduría Hiperbórea lo
                 denomina fagocitación psíquica. Es un peligro de género psíquico y de orden
                 trascendente que consiste en la aniquilación metafísica de la conciencia,
                 posibilidad que puede concretarse en este o en otro Mundo, y en cualquier
                 tiempo. La destrucción de la conciencia sucede por  fagocitación satánica, es
                 decir, por asimilación del  sujeto anímico a la substancia de Jehová Satanás.
                 Cuando tal catástrofe ocurre se pierde completamente toda posibilidad de
                 trasmutación y regreso al Origen.
                        Sin embargo, conviene repetir que es la confusión el principal impedimento
                 para la trasmutación del hombre dormido en Hombre de Piedra. Y, a la confusión
                 permanente, contribuye la ceguera  gnoseológica que mencionaba antes,
                 producto de la moderna mentalidad racionalista. Se vive según las pautas de la

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