Page 255 - El Misterio de Belicena Villca
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sostener el fenómeno; en fin, de una realidad en la cual el fenómeno acontece
                 independientemente de que su ocurrencia sea o no significativa para un
                 observador y cumpla o no con leyes eminentes.

                        Antes de abordar el problema de la “preeminencia de las premisas
                 culturales” en la evaluación racional de un fenómeno, conviene despojar a éste
                 de cualquier posibilidad que  lo aparte de la pura determinación mecánica o
                 evolutiva, según el “orden natural”. Para ello estableceré, luego de un breve
                 análisis, la diferencia  entre fenómeno de “primer” o de “segundo” grado de
                 determinación, aclaración indispensable dado que las leyes eminentes,
                 corresponden siempre a fenómenos de primer grado.

                        Para el gnóstico “el mundo” que nos rodea no es más que la ordenación de
                 la materia efectuada por el  Dios Creador, El Uno, en un  principio, y a la cual
                 percibimos en su actualidad temporal. La Sabiduría Hiperbórea, madre del
                 pensamiento gnóstico va más lejos al afirmar que el espacio, y todo cuanto él
                 contenga, se halla constituido por asociaciones múltiples de un único elemento
                 denominado “quantum arquetípico de energía”, el cual constituye un  término
                 físico de la mónada arquetípica, es decir,  de la unidad formativa absoluta del
                 plano arquetípico.
                        Estos  quantum, que son verdaderos átomos arquetípicos,  no
                 conformadores o estructuradores  de formas, poseen, cada uno, un  punto
                 indiscernible mediante el cual se realiza la difusión panteísta del Creador. Es
                 decir que, merced a un sistema puntual de  contacto polidimensional, se hace
                 efectiva la presencia del Demiurgo en toda porción  ponderable de materia,
                 cualquiera que sea su calidad. Esta penetración universal, al ser comprobada por
                 personas en distinto grado de confusión, ha llevado a la errónea creencia de que
                 “la materia” es la propia substancia de El Uno. Tal las concepciones vulgares de
                 los sistemas panteístas o  de aquellos que aluden a un “Espíritu del Mundo” o
                 “Anima Mundi”, etc. En realidad la materia ha sido “ordenada” por el Creador e
                 “impulsada” hacia un desenvolvimiento  legal en el tiempo de cuya fuerza
                 evolutiva no escapa ni la más mínima  partícula (y de la cual participa, por
                 supuesto, el “cuerpo humano”).
                        He hecho esta exposición sintética de  la “Física Hiperbórea” porque es
                 necesario distinguir dos grados de determinismo. El mundo, tal cual lo describí
                 recién, se desenvuelve, mecánicamente, orientado hacia una finalidad; éste es el
                 primer grado del determinismo. Con otras palabras: existe un Plan a cuyas
                 pautas se ajusta, y a cuyos designios tiende, el “orden” del mundo; la materia
                 librada a la mecánica de dicho “orden” se halla determinada en primer grado.
                 Pero, como dicho plan, se halla sostenido por la Voluntad del Creador, y Su
                 Presencia es efectiva en  cada porción de materia, según vimos, podría ocurrir
                 que El,  anormalmente, influyese  de otra manera sobre alguna porción de
                 realidad, ya sea para  modificar teleológicamente su Plan o para expresar
                 semióticamente su intención, o por  motivos estratégicos; en ese caso
                 estamos ante el segundo grado del determinismo.
                        Por “motivos estratégicos” se entiende lo siguiente: cuando el hombre
                 despierto emprende el Regreso al Origen en el marco de una Estrategia
                 Hiperbórea emplea técnicas secretas  que permiten oponerse efectivamente al


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