Page 259 - El Misterio de Belicena Villca
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La distinción que he hecho entre “principios matemáticos” y “premisas
culturales preeminentes”, como dos fuentes principales que intervienen en el acto
mental de formular una “ley de la naturaleza”, va a permitir exponer una de las
tácticas más efectivas que emplea el Creador para mantener a los hombres en la
confusión y el modo cómo los Dioses Leales la contrarrestan, induciendo
carismáticamente a estos a descubrir y aplicar la “ley del cerco”. Por eso he
insistido tanto en el análisis: porque nos hallamos ante uno de los principios más
importantes de la Sabiduría Hiperbórea y, también, uno de los secretos mejor
guardados por el Enemigo.
Cuando se conoce el principio que dice “para la Sinarquía, la Cultura es un
arma estratégica” suele pensarse que el mismo se refiere a la “Cultura” como
algo “externo”, propio de la conducta del hombre en la sociedad y de la influencia
que ésta ejerce sobre él. Este error proviene de una incorrecta comprensión de la
Sinarquía, a la cual se supone sea una mera “organización política”, y del papel
que ella juega en el Plan del Demiurgo terrestre Jehová Satanás. La verdad
es que el hombre procura orientarse hacia el Origen y no lo consigue por el
estado de confusión en que se halla; a mantenerlo en ese estado contribuye la
Cultura como arma estratégica enemiga; pero si este ataque proviniera
solamente de lo exterior, es decir, de la sociedad, bastaría con alejarse de ella,
con hacerse ermitaño, para neutralizar sus efectos. Sin embargo está
suficientemente comprobado que la soledad no basta para evitar la confusión y
que, por el contrario, ésta suele aumentar en el retiro más hermético, siendo muy
problable que por ese camino se pierda la razón mucho antes de encontrar el
Origen. Son los elementos culturales interiores los que confunden, desvían, y
acompañan al hombre en todo momento. Es por eso que el Yo despierto debe
liberarse previamente del obstáculo que imponen los elementos culturales si
pretende salvar la distancia que lo separa del Origen.
Un Yo despojado de toda moral, de todo dogma, indiferente a los engaños
del mundo pero abierto a la memoria de sangre, podrá marchar gallardamente
hacia el Origen y no habrá fuerza en el universo capaz de detenerlo.
Es una bella imagen la del hombre que avanza intrépidamente, envuelto
en el furor guerrero, sin que los Demonios consigan detenerlo. Siempre la
presentaremos; pero, se preguntará: ¿cómo es posible adquirir tal grado de
pureza? Porque el estado normal del hombre, en esta etapa del Kaly Yuga, es la
confusión. Explicaré ahora, en respuesta a tan sensata pregunta, la táctica de los
Dioses Leales para orientar a los hombres espirituales y neutralizar el efecto de
la Cultura sinárquica.
En el hombre dormido el Yo se halla sujeto a la razón. Ella es el timón que
guía el rumbo de sus pensamientos del que por nada del mundo se apartaría;
fuera de la razón están el miedo y la locura. Pero la razón opera a partir de
elementos culturales; ya se vio de qué manera las “premisas culturales
preeminentes” participan en la formulación de una “ley de la naturaleza”. De
modo que el yugo que el Enemigo ha ceñido en torno al Yo es formidable. Se
podría decir, en sentido figurado, que el Yo se encuentra prisionero de la razón y
sus aliados, las premisas culturales; y todos comprenderían el sentido de esta
figura. Ello se debe a que existe una clara correspondencia analógica entre el Yo,
en el hombre dormido, y el concepto de “cautiverio”. Por esta razón desarrollaré a
continuación una alegoría, en la cual se hará evidente la correspondencia
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