Page 294 - El Misterio de Belicena Villca
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y siete muros la circundan”.
A esas “puertas inducidas” se refieren las leyendas orientales, las cuales
“están en todas partes” y conducen al Reino que, evidentemente, no ocupa un
simple lugar geográfico.
Una referencia a sucesos tan remotos, como la perversa asociación entre
los Dioses Traidores y el Demiurgo, tenía como finalidad servir de introducción
para un hecho que voy a destacar enseguida: cuando el Demiurgo conviene con
los Dioses Traidores ceder a estos el control de la Jerarquía les entrega el signo
Tifereth que representa a uno de los diez Sephiroth y permite un control total
sobre los Aspectos formales de la Creación. El Signo Tifereth es la expresión
simbólica de la “manifestación material de los Arquetipos Divinos”, Aspecto que
suele sintetizarse como “Belleza del Demiurgo”. Por si no se ha comprendido
bien conviene repetir que los Demonios de Chang Shambalá quedaron en
posesión de un signo que representa todo el aspecto Tifereth del Demiurgo,
permitiendo acceder a él y compartir su Poder. Naturalmente que el signo Tifereth
es la clave de Maya, la Ilusión de lo Real, y por lo tanto: la más terrible
herramienta de la hechicería. Quien observe el signo Tifereth, el cual es bastante
complejo, “desde el mundo”, es decir, encarnado kármicamente, corre el riesgo
de abismarse inmediatamente perdiendo todo punto de referencia y por
consiguiente la razón. Por tal motivo la Sabiduría Hiperbórea recomienda aplicar
la ley del cerco al signo Tifereth para poder observarlo sin peligro. No está de
más señalar que en toda ofensiva hiperbórea contra los Demonios de Chang
Shambalá tarde o temprano se produce una confrontación con el signo Tifereth
dado que se confía en su nefasta influencia para vencer a los hombres
despiertos.
Luego que los Dioses Traidores recibieron el signo Tifereth y construyeron
Chang Shambalá ya no fue posible para los Dioses Leales permanecer sobre la
superficie terrestre. Pero tampoco deseaban abandonar el Sistema Solar dejando
tras de sí a miles de millones de Espíritus cautivos. Y entonces planificaron la
Estrategia Odal. Pero antes ¿qué cuadro presentaba un Espíritu cautivo?:
básicamente la pérdida del Origen y la inconsciencia consiguiente, es decir, la
pérdida del tiempo propio. El encadenamiento a la materia parte
fundamentalmente del encadenamiento al “inmanente fluir de la Conciencia del
Demiurgo”, o sea de la sincronización al Tiempo del Mundo. Los Espíritus
cautivos, ligados al Tiempo, iban a tardar millones de años en recuperar su
conciencia, si es que algún día lo lograban. En esas circunstancias los Dioses, en
una maravillosa exhibición de valor e intrepidez, dan comienzo a la Estrategia
Odal.
El primer problema que debían afrontar era mantenerse “independientes”
del Tiempo, pero no “fuera de él”, ya que tendrían que seguir de cerca las
desventuras de los Espíritus cautivos para ayudarlos a evitar la confusión
estratégica y, eventualmente, rescatarlos. Por otra parte la independencia del
Tiempo era necesaria para que los Dioses pudieran conservar su propio tiempo,
su conciencia del Origen, pues de otro modo correrían el riesgo de caer también
en el Gran Engaño. Pero, en tanto se sucedieran los eones, los Dioses deberían
disponer de un sitio agradable, apto para ser ocupado y defendido por una
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