Page 304 - El Misterio de Belicena Villca
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Ley: “Con esas Tablas en su poder, los Golen estarían en condiciones de
levantar el Templo de Salomón en Europa, cumpliendo así con los planes
de la Fraternidad Blanca y elevando al Pueblo Elegido al Trono del Mundo”.
Felipe IV, advertido sobre estas intenciones por sus instructores Domini Canis,
suspende la actividad de los tres gremios de masones no bien se inicia el
proceso a los Templarios, bajo la acusación de complicidad y participación en los
delitos de éstos: el golpe apunta al gremio de los Constructores de Salomón,
que integran la Orden del Temple en calidad de frailes menores luego de recibir
entrenamiento en el Cister; no hay que olvidar que el verdadero nombre de la
Orden, designado por San Bernardo Golen, es “Orden del Templo de
Salomón” u “Ordo Templum Salomonis”.
Los Constructores de Salomón pasan enseguida a la clandestinidad y
huyen de Francia, no sin antes perder varios miembros en las torturas y la
hoguera; ¿qué información se esperaba obtener de ellos?: la identificación del
Templo de Salomón, si éste ya había sido construido, o la revelación del lugar de
su futuro emplazamiento y el avance de las obras. Hay que notar que los Golen
construyeron en el siglo XIII Catedrales como Chartres, Reims, Amiens,
Estraburgo, Metz, Narbona, etc., y que cualquiera de ellas podría ocultar el
Templo buscado. No obstante, existían dos condiciones que eran tenidas en
cuenta por los Domini Canis: una, la exigencia de que el Templo contuviese en
su estructura el Secreto de la Serpiente, que estuviese proyectado en base a las
veintidós letras del Alfabeto Sagrado de Jehová Satanás; y la otra, que el
emplazamiento del Templo correspondiese al lugar más sagrado para los Golen.
Mas esto ya se sabía: el sitio más sagrado era Lyon. Empero, aún conociendo el
lugar sagrado, no era fácil descubrir el Templo pues los constructores de
Salomón preferían morir sin hablar, y la Ciudad se negaba a revelar su secreto:
de hecho, ni las Catedrales de Saint Jean o Saint Martin, ambas construidas con
el método gáulico, tenían nada que ver con el Templo de Salomón pues en ella
no aparecía el Secreto de la Serpiente ni los veintidós signos del Alfabeto
Sagrado.
Cuando al fin, en 1310, Felipe el Hermoso adquiere los derechos sobre
Lyon, envía una partida de especialistas Domini Canis en Arquitectura Golen
para inspeccionar palmo a palmo la región. Este intento tendría éxito recién un
año después, al hallar en una encomienda Templaria sobre el monte Fourvieres,
los cimientos de un Templo que se ajustaba en todas sus medidas a las
proporciones arquetípicas del Universo: los Golen proyectaban acabar su
edificación simultáneamente con la instauración del Gobierno Mundial, y todo
estaba listo allí para ser armado como un “puzzle”; en depósitos cercanos se
encontraban las piedras cortadas y señaladas, las vigas y muebles, el altar, las
vidrieras, los instrumentos rituales, etc. Y todo fue minuciosamente destruido por
orden expresa del Rey, quien además autorizó a los Domini Canis a ocupar
aquel sitio “como si fuese una plaza liberada en el Universo”, y a fortificarlo
“con una Muralla Estratégica de piedra”. Los restos de aquella construcción
basada en la Sabiduría Hiperbórea aún se conservan.
En 1314, pues, el Enemigo soportaba un desastre generalizado y
desaparecía el peligro que obligó a la Casa de Tharsis a ocultarse cuarenta años:
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