Page 349 - El Misterio de Belicena Villca
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inútil ante la tenaz decisión de los puros Kassitas y dicho fracaso demostró que
para el hombre, trasmutado en Hombre de Piedra, siempre es posible luchar
contra los Demonios y vencer. Claro que esa victoria espiritual puede ser
también una derrota, si es medida con la vara del animal hombre. Porque, de
hecho, es considerado como “derrota” toda victoria que no trae aparejado un
éxito material comprobable con las pautas morales de las sociedades
“sinarquizadas”. Pues la moral de una sociedad es función de su Cultura y, ya se
vio, “la Cultura es un arma estratégica” para la Sinarquía. Por eso quienes luchan
contra las fuerzas satánicas, los hombres despiertos, serán siempre tildados de
“derrotados”. Y por eso el Gran Ser que ilumina el Sendero Interior de los
hombres, Kristos Lúcifer, es llamado el Dios de los Perdedores: porque todos sus
seguidores siempre “pierden” durante el Kaly Yuga.
Yacía pues Nimrod, el Derrotado, muerto en Chang Shambalá. Sus bravos
Kassitas habían sido completamente exterminados en una vasta área de la
Ciudad Maldita, hasta donde los condujo su furor guerrero. A la luz reverberante
de los últimos fuegos podía observarse el osario espantoso en que se tornaron
los Templos y los patios. El primer Palacio, llamado “Mansión de los Manúes”,
adonde se depositaban los anales de las Razas Raíces y que era utilizado por los
Maestros de Sabiduría para entrenar a sus enviados, fue reducido a cenizas. Un
enorme Monasterio y varios templetes dedicados a “divinidades menores”,
siempre destinados a entrenar “enviados” o sea a engañarlos tácticamente,
también sufrieron los efectos del fuego. Comparado con estas importantes
pérdidas, la resistencia ofrecida por los Demonios había sido mínima. Sólo
arriesgaron su pellejo el vil Kokabiel y el Maestro Chino que empleó el Dordje,
limitándose a enviar contra los guerreros Kassitas legiones de gigantes Hiwa
Anakim y de enanos Sheidim. Como se diría ahora, utilizaron una “masa táctica”
compuesta de “robots” o “androides”. Es que ellos no pueden arriesgar sus
vidas pues son muy pocos. Hace millones de años eran doscientos. Nimrod
liquidó a uno… Seguramente cueste creer que tan pocos sean capaces de tanto.
Pero debe pensarse que Ellos poseen el “apoyo” de miles de “Maestros”, o sea
de “Iniciados” animales hombres, Almas de grado evolutivo superior, y cuentan
con el dominio estratégico de la conciencia planetaria.
Aquel “medio día” interminable permaneció inalterado durante toda la
Batalla de Nimrod y se puede considerar su extensión aproximada como de unas
doce horas. En el momento en que el Rey Kassita expiraba y se extinguía el
combate en Chang Shambalá, el último prodigio sacudía a Borsippa. Habían ya
subido al Cielo todos los guerreros disponibles, más de cuatro mil, incluyendo
algunos visitantes, y la ciudad presentaba entonces un extraño aspecto. Con esa
muchedumbre compuesta mayormente por mujeres y niños que no cesaba de
gritar, superponiéndose sus protestas a un fondo de música guerrera tañida por
la Iniciadas cainitas. Y esa torre imponente, erguida hasta el Cielo en abierto
desafío. Y ese árbol espino en su cúspide, ese árbol rosáceo que simboliza la
sublimación de la materia por parte de El y su encaje en las Jerarquías Cósmicas
cuyo supremo regente es aquel que se autodenomina “Uno”. Y ese medio día
interminable, sin la imagen de Shamash... ¡Verdad que Borsippa presentaba un
raro aspecto en ese, su último día!
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