Page 421 - El Misterio de Belicena Villca
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Mediterráneo –dice el Oera Linda– hay una isla cercana a la costa. Llegaron
                 allí y pidieron comprarla, sobre lo que se celebró un consejo general”.
                        “Se pidió el consejo de la Madre, y ella deseaba verlos distantes, por
                 lo que no vio daño en ello; pero cuando después vimos el error que
                 habíamos cometido, llamamos Messellía (Marsella) a la isla. Enseguida se
                 verá la razón que tuvimos”.
                        “Los Golen, nombre que recibían los Sacerdotes misioneros de
                 Sidón, habían observado que la tierra estaba escasamente poblada, y
                 alejada de la Madre”. –Le aclaro, Arturo, que tanto en el Oera Linda, así como
                 en numerosas sagas tradicionales nórdicas, se utiliza el término “Madre” para
                 denominar, genéricamente, a las Sacerdotisas del Culto del Fuego–. “Con el fin
                 de causar una impresión favorable, los Golen se llamaban a sí mismos en
                 nuestra lengua “Seguidores de la Verdad”, pero mejor se hubieran llamado
                 “Quienes no tienen la Verdad” o,  más brevemente, Triuweden, como
                 después los llamó nuestro pueblo marinero. Cuando estuvieron bien
                 establecidos, sus mercaderes cambiaron sus bellas armas de cobre y todo
                 tipo de joyas, por nuestras armas de hierro y cueros de bestias salvajes,
                 que eran abundantes en nuestros países nórdicos; pero los Golen
                 celebraron todo tipo de fiestas viles y monstruosas, que los habitantes de la
                 costa promovían con sus lascivas mujeres y su dulce vino envenenado. Si
                 alguno de nuestro pueblo se conducía de forma que su vida estaba en
                 peligro, los Golen le proporcionaban refugio y lo enviaban a Phonisia, es
                 decir, Palmland (Fenicia). Cuando se  había establecido allí, le hacían
                 escribir a su familia, amigos y conocidos diciendo que el país era tan bueno
                 y la gente tan feliz que nadie podía formarse una idea de él. En Gran
                 Bretaña  –colonia penal atlandesa– había muchos hombres pero pocas
                 mujeres. Cuando los Golen supieron esto, llevaron muchachas de todas
                 partes y se las dieron a los británicos por nada. Pero todas esas mujeres
                 servían sus propósitos de robar niños a Wr-Alda para dárselos a los falsos
                 dioses”.
                        En el Oera Linda se denomina Wr-Alda a Dios. Pero este Dios Frisón es
                 alternativamente, en los antiguos relatos, ora el Demiurgo Jehová Satanás, ora el
                 Incognoscible Dios Hiperbóreo. La confusión surge, presumiblemente, a causa de
                 la caída en el exoterismo que padecen los Frisones, así como otros pueblos
                 sobrevivientes de la catástrofe atlante, con el correr de los siglos.
                        Sobre esta parte del Oera Linda, comenta Robert Scrupton: “Triuwiden, o
                 Druviden, puede considerarse el origen del nombre ‘Druidas’, mientras que
                 ‘Golen’ es otra forma de ‘galli’, vale decir, los ‘gauls de Fenicia’ ”. Como ve,
                 amigo Arturo, este increíble documento hace retroceder en muchos siglos las
                 noticias sobre los Druidas –que ahora serían “los que  no tienen la Verdad”–
                 haciéndolos provenir de Medio Oriente,  lo que confirma  la presunción que
                 siempre existió sobre su origen no celta.
                        Faltaría saber ahora... –¿Me está escuchando Arturo?
                        Había quedado paralizado minutos atrás, precisamente cuando el Profesor
                 leía el Oera Linda y pronunció la palabra “Golen”. Los encarnizados
                 perseguidores de la Casa de Tharsis, a quienes Belicena Villca denominaba “los
                 Golen”, eran definitivamente “Druidas”. Eso Yo ya lo sabía porque estaba
                 implícito en la carta; pero allí el Profesor me demostraba que ello no constituía
                 ningún secreto, que existían documentos e información suficiente sobre aquellos

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