Page 431 - El Misterio de Belicena Villca
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El descubrimiento de esta negra realidad, subyacente bajo falsas
                 promesas de elevación y progreso espiritual, me llevó a ese estado de “ausencia
                 de ideal” que definí en otra parte del relato. A partir de allí continué viviendo más
                 o menos normalmente y hasta me interesé por la Antropología, pero la reacción a
                 las engañosas experiencias pasadas me indujo a desconfiar sistemáticamente de
                 la “buena fe” de las  instituciones socialmente organizadas. Llegué a sentir
                 espontánea repugnancia al tomar contacto, por primera vez, con alguna
                 asociación cuyo fin declarado –Yo lo  adivinaba inmediatamente– era
                 veladamente traicionado en favor de sus internacionales tendencias ocultas.
                        Definitivamente Yo no confiaba en  ninguna organización terrenal como
                 intermediaria entre un Orden Espiritual Superior y el Mundo Material.
                        Considerando lo dicho, se entenderá mejor el dilema que se me planteaba
                 en ese momento: para cumplir el pedido de Belicena Villca, debería enfrentarme
                 a una Sociedad Secreta de Druidas, hombres que poseían  poderes terribles
                 según se desprendía de la carta y de las declaraciones del Profesor Ramirez, y
                 hasta correría el riesgo de llamar la atención de los Inmortales Bera y Birsa,
                 quienes me liquidarían en un abrir y cerrar de ojos. ¡Aquello no era juego! Yo
                 debía, a la sazón, buscar ayuda contra  Ellos; y ese socorro sólo podía ser
                 espiritual, suministrado por seres que compartiesen el objetivo de la misión vale
                 decir, por partidarios de la Sabiduría  Hiperbórea. Mas, ¿adónde estaban tales
                 seres?
                        En verdad, Yo creía seriamente que para emprender la misión con
                 posibilidades de éxito hacía falta algo concreto, que no era cuestión de sentarse
                 a orar o desgastarse en especulaciones  metafísicas. Mas, me repetía, ¿a qué
                 organizaciones podía recurrir en busca de ayuda? La Masonería, la Teosofía, la
                 Antroposofía, el Martinismo, los Rosacruces, los Gnósticos, y otras Sociedades
                 Secretas más ocultas aún, pero de la misma calaña sinárquica, están en
                 oposición esencial con la Sabiduría Hiperbórea, ahora lo veía bien claro. Y así,
                 por más que pensaba y repasaba la lista de todas las organizaciones conocidas,
                 siempre concluía que eran cuando menos sospechosas de pertenecer a la
                 Fraternidad Blanca, la superorganización oculta enemiga de la Casa de Tharsis.
                 ¡Oh dilema! Existía una Sociedad Secreta de Iniciados Hiperbóreos en la
                 Argentina, una Orden de Constructores Sabios, según revelara Belicena en su
                 carta, pero nadie sabía dónde se hallaban ni cómo llegar hasta Ellos; Yo trataría
                 de encontrarlos, pero era plenamente consciente que cientos, tal vez miles, de
                 agentes de la Sinarquía estarían aguardando que alguien se aproximase para
                 ejecutarlos sin piedad. Dudaba si podría emprender solo esta búsqueda y por eso
                 examiné la posibilidad de recurrir a alguna organización “amiga” de la Sabiduría
                 Hiperbórea para solicitar ayuda. Empero, lo repito, por más que pensaba no daba
                 con la solución: ¿es que la Sabiduría Hiperbórea no contaba con partidarios
                 en este  Mundo? La respuesta parecía ser “no”; por lo menos no contaba con
                 seguidores socialmente organizados; o Yo desconocía la existencia de alguna
                 organización semejante.


                 Capítulo V



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