Page 44 - El Misterio de Belicena Villca
P. 44

“Tarshish”, que se hallaba enclavada cerca de la confluencia de los ríos Tinto y
                 Odiel. Finalmente, luego de una breve pero encarnizada guerra, mi pueblo
                 recuperó la plaza, aunque condicionada por un tratado de paz que permitía el
                 libre comercio de los hombres rojos. Desde Tarshish hasta Onuba, en pequeños
                 transportes fluviales o en caravanas, y  desde Onuba hasta Medio Oriente en
                 barcos de ultramar, los fenicios monopolizaban el tráfico de mercancías pues la
                 presencia de mercaderes procedentes de otros pueblos era incomparablemente
                 menor. Sin juzgar aquí el impacto cultural que aquel tránsito comercial causaba
                 en las costumbres de mi pueblo, lo cierto es que los Señores de Tharsis
                 gobernaban un país tranquilo, que iba siendo famoso por su riqueza y
                 prosperidad.

                        Pero he aquí que aquella paz ilusoria pronto vino a ser turbada; y no
                 precisamente, como podría concluirse de una observación superficial, porque el
                 oro de Tharsis hubiese  despertado la codicia de  pueblos extranjeros y
                 conquistadores. Tal codicia existió, e invasores y conquistadores hubo muchos,
                 empero, el motivo principal de todos los problemas, y finalmente de la ruina de la
                 Casa de Tharsis, fue la llegada de los Golen.
                        Desde el siglo  VIII antes de Jesucristo, aproximadamente desde que
                 Sargón, el Rey de Asiria, destruyera el Reino de Israel, comenzaron a aparecer
                 los Golen en la península ibérica. Al comienzo venían acompañando a los
                 comerciantes fenicios y desembarcaban en todos los puertos del Mediterráneo,
                 pero luego se comprobó que también avanzaban por tierra, al paso de un pueblo
                 escita al que habían dominado en Asia Menor. Este pueblo, que era de nuestra
                 misma Raza, atravesó Europa de Este a Oeste y llegó a España dos siglos
                 después, cuando la obra destructiva de los malditos Golen estaba bastante
                 adelantada. Los Golen, por su parte, evidenciaban claramente que pertenecían a
                 otra Raza, cosa que ellos confirmaban con orgullo: eran miembros, se
                 vanagloriaban, del Pueblo Elegido por el Dios Creador para reinar sobre la Tierra.
                 Sus maestros habían sido los Sacerdotes egipcios y venían, por lo tanto, en
                 representación de los Atlantes morenos. Todos los pueblos nativos de la
                 península, y también el que luego llegó con los Golen, no recordaban ya el modo
                 de vida estratégico y estaban en poder de Sacerdotes de distintos Cultos: la
                 misión de los Golen consistía, justamente, en demostrar su autoridad sacerdotal y
                 unificar los Cultos. Para ello disponían de diabólicos poderes, que recordaban sin
                 dudas a los Atlantes morenos, y una crueldad sin límites.























                                                           44
   39   40   41   42   43   44   45   46   47   48   49