Page 45 - El Misterio de Belicena Villca
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Comercio entre Iberos y Fenicios
El Dios Creador y las Potencias de la Materia los enviaban para reafirmar
el Pacto Cultural. Los tiempos estaban maduros para que el hombre recibiese
una nueva revelación, un conocimiento que traería más paz, progreso y
civilización que lo hasta entonces alcanzado por los pueblos del Pacto Cultural,
una idea que algún día haría que estos bienes fuesen permanentes y acabaría
para siempre con el mal y con las guerras: esa revelación, ese conocimiento, esa
idea, se sintetizaba en el siguiente concepto: la singularidad de Dios tras la
pluralidad de los Cultos. Los Golen, en efecto, habían venido para iluminar a
los pueblos, y a los Sacerdotes de todos los Cultos, sobre la multiplicidad de los
rostros de Dios y la necesaria unidad que éste mantiene en su propia esfera; ésta
sería la fórmula: “por sobre todas las cosas están los Dioses y por sobre todos los
Dioses está El Uno”. Por eso ellos no pretendían reemplazar a los Dioses, ni
cambiar sus Nombres, ni siquiera alterar la forma de los Cultos: “es natural,
decían, que Dios posea muchos Nombres puesto que El exhibe muchos Rostros;
es comprensible, también, que haya varios Cultos para adorar los distintos
Rostros de Dios; nada de esto ofende a Dios, nada de esto cuestiona su unidad;
pero donde El Uno se mostrará inflexible con el hombre, donde no aceptará
disculpas, donde posará sus Mil Ojos Justicieros, será en el sacrificio del Culto”.
Porque, cualquiera fuese la forma del Culto, “el Sacrificio es Uno”, vale decir, el
Sacrificio participa de El Uno.
De acuerdo con esta novedosa revelación, la unidad del Dios Creador se
comprobaba en el Sacrificio ritual; y la adoración al Dios Creador, para todo
Culto, se demostraba por el Sacrificio ritual. Ay Dr., a pesar de que hoy en día
esos Cultos parecen tan lejanos en el tiempo, no puedo pensar sin estremecerme
de horror en las miles y miles de víctimas humanas causadas por el
descubrimiento de los Golen.
He de referirme ahora a un aspecto escabroso de la conducta de los
Golen. Acaso la clave esté en el hecho de que consideraban al Dios Creador, en
su unidad absoluta, como masculino. El Uno, en efecto, era un Dios macho y
nada había más arriba ni más abajo de El que equilibrase o neutralizase aquella
polaridad. Admitían una relativa androgenia cósmica hasta determinado nivel,
poblado por Dioses y Diosas debidamente apareados; pero en la cima, como
Creador y Señor de los demás Dioses, estaba El Uno, que no era ni andrógino ni
neutro sino masculino. El Uno no admitía Diosas a su lado pues se bastaba a sí
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