Page 535 - El Misterio de Belicena Villca
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tenaz persecución, persecución mortal, a que la sometieron las Potencias de la
                 Materia, vale decir, esa Jerarquía  Oculta dirigida por tenebrosos seres
                 extraterrestres radicados en Chang Shambalá.
                        Seré más claro: mi familia, la rama germana de los Señores de Tharsis,
                 era oriunda de Suabia, país donde se habían asentado con el mayor secreto en
                 el siglo XIII, huyendo de un legendario  ataque de los Demonios que casi
                 extermina toda nuestra Estirpe. Allí se  mantuvieron durante cuatro siglos,
                 conservando la Sabiduría Hiperbórea que había sido confiada en tiempos
                 remotos a nuestra Casa. En el siglo XVI, un Pontífice Hiperbóreo procedente de
                 Inglaterra, fundó en la corte del Emperador Rodolfo II, en Praga, la Orden
                 Einherjar, que tenía como objetivo desarrollar y aplicar en todo momento de la
                 Historia un método exacto para localizar el advenimiento del Señor de la Voluntad
                 Absoluta, el Enviado del Señor de la Guerra, es decir,  el Führer de la Raza
                 Blanca. En aquel momento, el Pontífice decidió que la mejor Estrategia para el
                 sostenimiento y perdurabilidad de la Orden exigía que sus miembros
                 perteneciesen siempre a ocho linajes escogidos entre las Estirpes de Sangre Más
                 Pura de Europa. El caso fue que uno de los Príncipes convocados por el Pontífice
                 pertenecía a mi familia, en tanto que otro provenía de la Casa de Branderburgo,
                 de un linaje colateral de los Hohenzollern. La Orden trabajó en secreto durante
                 los siglos siguientes, formando Iniciados Hiperbóreos y aguardando los tiempos
                 de la llegada del Gran Jefe de la Raza Blanca. Su base de acción más importante
                 la constituyó el  margraviato de Branderburgo, que era  desde el siglo XII un
                 principado hereditario enfeudado con el Emperador. Y justamente, la presencia
                 de la Orden no es ajena al posterior ascenso de la Casa de Branderburgo por
                 sobre los restantes principados de Europa, hasta la obtención de la investidura de
                 Rey alcanzada por Federico Guillermo III en 1791. Nace entonces Prusia, el
                 Estado donde el principio rector nacional era el honor, donde la familia se
                 organizaba en torno a la figura autoritaria y ejemplar del padre, donde el orden
                 imperaba en todas las clases sociales, nobleza, burquesía y campesinado,
                 porque se afirmaba en las nociones fuertemente arraigadas del cumplimiento del
                 deber, del ahorro, de la incondicional obediencia de los subalternos, en la entera
                 subordinación de los funcionarios, y en la más rígida disciplina militar.
                        Pero, por sobre todo, Prusia fue desde el comienzo un Estado militar: dos
                 tercios de su presupuesto se dedicaba al sostén del poderoso ejército nacional
                 que infrigió derrotas a Francia, Austria, Rusia, etc., e impuso respeto y
                 admiración por el austero y señorial “modo de vida” prusiano. Y junto con el arte
                 de la guerra, se cultivaba aquí la filosofía, la literatura, la música. Mas nada de
                 esta revolución ocurría por casualidad: la Orden estaba ensayando, en una
                 sociedad de Sangre Pura, el Nuevo Orden que el Führer, en su próxima venida,
                 aplicaría a Alemania entera y al Mundo. Es por eso que el Führer no ha ocultado
                 jamás su deuda con Prusia y ha hecho pública su simpatía por Federico II de
                 Prusia y por Bismarck, el Canciller de Hierro.
                        Pues bien, Kurt: la antigua Orden Einherjar estaba tan fortalecida en el
                 siglo XIX, que uno de sus Iniciados llegó a ser coronado Rey de Prusia en 1840.
                 Me refiero a Federico Guillermo IV, llamado cortésmente “Damián de
                 Branderburgo” por su amor a la Elocuencia y en recuerdo del famoso retórico de
                 Efeso. Fue el mismo Rey que hizo reconstruir Marienburg, el castillo que sirviera
                 de residencia en la Edad Media a los Grandes Maestres de la Orden Teutónica;
                 esta obra de restauración, como Ud. sabrá, es proseguida en la actualidad por

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