Page 547 - El Misterio de Belicena Villca
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En la obra ya citada  De Bello Gallico, dice César que todos los
                       hombres que pertenecían a las clases elevadas en la Galia, figuraban, ya
                       entre los nobles, ya entre los druidas. Estos eran los encargados de la
                       dirección religiosa del pueblo, así como también los principales intérpretes y
                       guardadores de las leyes. Tenían los druidas poder para imponer los más
                       severos castigos a aquellos que se negaban a someterse a sus decisiones.
                               De entre las penas que podían imponer la más temida era la de
                       expulsión de la sociedad. Los druidas no formaban una casta hereditaria,
                       estaban exentos del servicio en el campo y del pago de tributos, y por estas
                       excepciones y privilegios todos los  jóvenes de la Galia aspiraban a ser
                       admitidos en la Orden. Las pruebas  a que un novicio debía sujetarse
                       duraban a veces veinte años. Toda la instrucción o ciencia druídica se
                       comunicaba oralmente, mas para ciertas proposiciones tenían un lenguaje
                       escrito, en el cual usaban los caracteres griegos. El presidente de la Orden,
                       cuyo cargo era electivo y vitalicio, ejercía sobre todos los individuos que la
                       formaban una autoridad suprema. Enseñaban los druidas que el alma era
                       inmortal. La Astrología, Geografía, Teología y Ciencias físicas eran sus
                       estudios favoritos. Los galos no hacían sacrificios humanos sino en casos
                       muy raros, y en ellos se sacrificaba a grandes criminales. Todo lo que se
                       sabe sobre las doctrinas religiosas enseñadas por los druidas se reduce a
                       algunos fragmentos que se encuentran en varias obras de escritores de la
                       antigüedad, y particularmente en César, Diódoro de Sicilia, Valerio Máximo,
                       Lucano, Cicerón, etc. De estos fragmentos resulta que creían, como ya se
                       ha dicho, en la inmortalidad del alma  y su existencia en otro mundo, no
                       siendo la muerte más que el punto o  momento de separación de dos
                       existencias. De esta creencia es natural que se derivara la del premio y
                       castigo en la otra vida, creencia que explica naturalmente el valor indomable
                       de los galos y su desprecio a la muerte. Enseñaban la posición y el
                       movimiento de los astros y la magnitud del Cielo y de la Tierra, es decir que
                       se dedicaban al estudio de la Astronomía, y sin duda alguna al de la
                       Astrología. Cicerón dice que se consagraban también al estudio de los
                       secretos de la naturaleza y al de la Fisiología. De esto nació su pretensión
                       de poseer la ciencia de la Adivinación y de la Magia. Su estudio más
                       importante fue el estudio teológico, mas sobre él no se poseen datos
                       ciertos, siendo muy poco conocido su sistema teológico, porque los
                       escritores griegos y latinos, al hablar del nombre y las funciones y atributos
                       de las divinidades druídicas, los refirieron a su propia teogonía; así que sólo
                       pueden hacerse conjeturas a las cuales el estudio etimológico puede dar
                       algunas probabilidades. César dice que su divinidad principal era Mercurio,
                       que presidía las Artes, los viajes y el Comercio. Seguían después, por orden
                       de importancia, Apolo, Marte, Júpiter y Minerva. Lucano y otros escritores
                       colocan a la cabeza de los dioses a Teutates, y después de él a Hesos,
                       Belenos, Taranos y a Hércules Ogmios. Añade César que los druidas
                       pretendían descender de  Dis, nombre que traducía como significando
                       Plutón, y que a este origen se debía que contasen por noches y no por días.
                       Esta opinión es evidentemente errónea, y el error nació de que Dis o Día
                       era entre los galos uno de los nombres del Ser Supremo, al cual llamaban
                       también Esar o el Eterno y Abais o Aiboll, el infinito. Belenos o Beal o Beas,
                       era uno de los nombres del Sol, al cual llamaban también Ablis o Atheithin el

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