Page 603 - El Misterio de Belicena Villca
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–¿Curioso? Es increíble. Ud. recién lo advierte, pero hace un día que se
                 han puesto así. Yo intenté averiguar qué les pasaba mas me han respondido con
                 evasivas, pero a Ud., a quien respetan, no se negarán a responder.
                        –¡Quiero saber qué pasa, Von Sübermann! –prosiguió–. Antes de
                 continuar este viaje de locos quiero saber qué pasa: si estamos extraviados, o en
                 otro Mundo, o qué les ocurre a los tibetanos, quiero saberlo todo. No me opondré
                 a reanudar la marcha guiados por los perros,  mas creo necesario que Ud.
                 reflexione y esté al tanto de lo que ocurre a su alrededor.
                        Evidentemente, mi abstracción de los últimos días lo había afectado. Pero
                 se equivocaba Von Grossen. Si quería hallar a Ernst Schaeffer, si pretendía que
                 los perros daivas obedeciesen la orden correcta, el peor error que podía cometer,
                 sería “estar al tanto de lo que ocurría a mi alrededor” y “reflexionar”. Justamente,
                 el secreto para controlar a los perros consistía en la capacidad de situarse lejos
                 de todo “alrededor”, fuera del Espacio y del Tiempo, más allá de Kula y Akula; y
                 por sobre todo, se requería no pensar, no apercibir, no “reflexionar”.
                        Sin percatarse, el Standartenführer quería obligarme a caer en Mâyâ, la
                 Ilusión de las formas materiales que llenaban nuestro “alrededor”, que componían
                 el contexto del Gran Engaño. Pero él era un hombre cultísimo, que hablaba con
                 soltura del Vril y demostraba comprender los términos del Espíritu: la Eternidad,
                 el Infinito, la Libertad Absoluta. ¿Cómo  explicarle, entonces, lo que ya sabía?
                 Opté por callar. No quería lastimarlo,  pues sólo podía atribuir su olvido de los
                 principios básicos de  la Sabiduría Hiperbórea  a una intensa sensación de
                 terror.
                        –Interrogaré al gurka –propuse–. Me parece que es quien más afinidad
                 tiene con nosotros.
                        Von Grossen estuvo de acuerdo y lo  llamamos enseguida. Como él
                 supusiera, Bangi no se negó a responderme.
                        –Estamos –dijo– en el “Valle de los Demonios Inmortales”. Muy cerca de
                 aquí ha de encontrarse la Puerta de Chang Shambalá. Vosotros no habéis
                 desarrollado la visión psíquica y por eso no véis el Santuario de la Reina Madre
                 del Oeste. Pero hace un día que nos aproximamos a él y los kâulikas lo
                 percibimos a cada instante con mayor nitidez.
                        El gurka señalaba hacia los montes Kuen Lun. Por momentos hablaba en
                 bodskad, y por momentos en inglés  y alemán, lo que demostraba su
                 perturbación.
                        –¡Sí: allí está el Santuario de Hsi Wang Mu, la Enemiga de Kula! –afirmó
                 con un estremecimiento–. Ella es quien otros llaman Dolma, Tara, Kuan Yin, y
                 también Binah, la Madre de los hombres mortales de barro. Es tradición que a
                 este Valle de los Inmortales sólo entran los que Ella ama y desea preservar para
                 que adoren a Brahma, El Creador, y sirvan  al Rey del Mundo, es decir, sólo
                 entran los que odian a Kula, los que rechazan la Boda Eterna con la Shakti
                 Absoluta, los no-hombres, los no-viriles. ¡Jamás un kâulika ha puesto los pies en
                 este camino contrario al Tao, el Camino y el Fin al Principio; nunca un Esposo
                 de Kula ha hollado tan mísero camino, opuesto a la propia Vruna!
                        Vos y los perros daivas nos habéis conducido al Infierno, a protagonizar en
                 cuerpo físico el más grande desafío de esta vida. Ella tratará de convertirnos
                 en animales, pero nosotros lucharemos aquí si es preciso; por Shiva; y por
                 vos, Hijo de Shiva; y por vuestro Führer, el Señor de la Voluntad Absoluta.
                 Pero, sobre todo, lucharemos porque  sabemos que vos, que nos habéis

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