Page 63 - El Misterio de Belicena Villca
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Soy”, el Hombre de Piedra realmente  era, es decir, tenía  existencia absoluta
                 fuera de la ilusión de los entes materiales, más allá de la Vida y de la Muerte. Por
                 eso el Hombre de Piedra Inmortal no hablaría, o hablaría muy poco, en adelante:
                 estaba muy cerca de la Sabiduría Hiperbórea de los Atlantes blancos y ese saber
                 no podía ser explicado a los hombres dormidos que amaban a la Vida y temían a
                 la Muerte Liberadora. Tal vez al final, durante la Batalla Final, él u otros Hombres
                 de Piedra Inmortales hablasen claramente a los hombres dormidos para
                 convocarlos a liberarse de  las cadenas materiales y luchar por el regreso al
                 Origen de la Raza Hiperbórea. Mientras tanto, el Hombre de Piedra sólo actuará,
                 escuchará en silencio la Voz del Fuego Frío y actuará; y su acto expresará el
                 máximo Valor espiritual: hiciese lo que hiciese en él, su acto estará fundado en
                 el soporte absoluto de Sí Mismo, más allá del bien y del mal,  y no le afectará
                 ningún juicio o castigo procedente del Mundo del Engaño. Y ninguna variante del
                 Gran Engaño, ni siquiera el Fuego Caliente de la Pasión Animal, podrán
                 arrastrarlo otra vez al Sueño de la Vida: Sabio y Valiente como un Dios, el
                 Hombre de Piedra sólo luchará si es  necesario y aguardará  callado la Batalla
                 Final; anhelará el Origen y lo conmoverá la nostalgia por el A-mort de la Diosa;
                 buscará a su Pareja Original en la Mujer Kâlibur y, si la encuentra, la amará con
                 el Fuego Frío de Sí Mismo; y Ella lo abrazará con la Luz Increada de su Espíritu
                 Eterno, que será Negrura Infinita para el Alma creada.
                        En este tercer caso, con seguridad, la Promesa de Pyrena se habría
                 cumplido.


                 Décimo Día


                        Supongo que aguardará Ud., sufrido Dr. Siegnagel, una respuesta a la
                 pregunta pendiente: “¿Cuál sería la siguiente reacción  de los Golen frente al
                 poderío tartessio, que se desarrollaba fuera de su control y que frustraba todos
                 sus planes?” Esta es la respuesta, muy simple, si bien habrá que aclararla: los
                 Golen dirigieron contra Tartessos el Mito de Perseo.
                        Con todo rigor, se puede  afirmar que el de Perseo, así como otras
                 leyendas que tardíamente  se han agrupado bajo la denominación general de
                 “Mitos Griegos”, es en realidad un antiquísimo Mito pelasgo. Con algunas de las
                 historias “griegas” de Heracles ha pasado lo mismo: por ejemplo, con aquella en
                 la que el héroe lucha con el Gigante Gerión para robarle sus bueyes rojos y que
                 oculta, bajo un símbolo caro a los pelasgos, una antigua incursión de los argivos
                 primitivos contra el “pueblo triple” de los iberos, o Virtriones, con el fin de
                 conquistar el secreto de  la ganadería que desconocían o habían perdido; y la
                 prueba está en que aquellos argivos,  “enemigos de los geriones”, se
                 consideraban parientes de estos, desde  que Heracles mismo era bisnieto de
                 Perseo. Pero Perseo fue bisabuelo de Heracles sólo en el Mito argivo; en verdad,
                 el tema está tomado de un Mito pelasgo mucho más antiguo, de origen ibérico
                 atlante, que se refiere a la aventura emprendida por un Espíritu Hiperbóreo típico
                 para alcanzar la inmortalidad y la Sabiduría. En el tema primordial el Espíritu
                 Perseo no era argivo sino oriundo de los iberos atlantes, es decir, de un pueblo
                 mucho más occidental; por eso su proeza no la lleva a cabo por encargo de un
                 mero Rey mortal como Polidectes sino de  la Diosa de la Sabiduría, Frya, la

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