Page 59 - El Misterio de Belicena Villca
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diferentes; los pechos firmes se agitan como palomas al vuelo y las bocas
húmedas se abren anhelantes; toda la danza es una irresistible invitación a los
placeres del amor carnal.
Desde luego, el erotismo desplegado por las bailarinas tenía por objeto
excitar sexualmente a los Elegidos, encender en ellos el Fuego Caliente de la
pasión animal. Aquel baile era una supervivencia del antiguo Culto del Fuego y
su culminación, en otras Epocas, hubiese derivado en una desenfrenada orgía.
Pero la Reforma del Fuego Frío había cambiado las cosas y ahora se prohibía el
ayuntamiento ritual y se exigía, en cambio, que los Elegidos experimentasen el
Fuego Caliente en el corazón. Si algún Elegido carecía de fuerzas para rechazar
el convite de las danzarinas podría unirse a ellas y gozar de un deleite jamás
imaginado, mas eso no lo salvaría de la muerte pues luego sería asesinado en
castigo por su debilidad. La actitud exigida a los Elegidos requería que
permaneciesen inmutables hasta la conclusión de la danza, manteniendo la vista
fija en el Rostro de la Diosa.
Regresemos a la escena. El volumen de la música fue en aumento y ahora
es un coro de flautas y tambores el que acompaña los movimientos cadenciosos;
las bailarinas jadean, el baile se torna febril y la expresión erótica llega a su
apogeo, tras ellas, la Sonrisa de la Diosa parece más irónica que nunca. Los
Elegidos se concentran en Pyrena pero no pueden evitar percibir, como entre las
brumas de un sueño, a las bailoteantes bellezas femeninas que los embriagan de
pasión, que los arrastran inevitablemente a un cálido y sofocante abismo. Es
entonces cuando se hace necesaria la intervención de la Diosa, cuando los
Elegidos, con la voluntad enervada, solicitan en sus corazones el cumplimiento
de Su Promesa. Y es entonces cuando, a una señal de los Hierofantes, la música
cesa bruscamente, las bailarinas se retiran con rapidez, y los Ojos de la Diosa se
abren para Mirar a Sus Elegidos. Como un latigazo, un estremecimiento de horror
conmueve a los Elegidos: los Párpados han desaparecido y la Diosa los
contempla desde las cuencas vacías, con Forma de Hoja de Manzano, de Sus
Ojos. Ha comenzado la Prueba del Fuego Frío. Un Hierofante, con voz
estruendosa, recita la fórmula ritual:
Oh Pyrena,
Diosa de la Muerte Sonriente
Tú que tienes la Morada
Más Allá de las Estrellas
¡Acércate a la Tierra de los Elegidos
Que Por Ti Claman!
Oh Pyrena,
Tú que antes Amabas con el Calor del Fuego a los Elegidos
y después los Matabas
¡Recuerda la Promesa!
¡Asesínalos primero con el Frío del Fuego,
Para Amarlos luego en Tu Morada!
Oh Pyrena,
¡Haz que Muera en Nosotros la Vida Cálida!
¡Haznos conocer a Kâlibur,
la Muerte Fría de Tu Mirada!
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